domingo, 14 de febrero de 2021

EL DIOS AMOR

  

Sucedió una mañana de abrileño esplendor:

A mi puerta tocaron con  premura.

Yo presurosa y anhelante abrí.

Era CUPIDO, de amor el portavoz,

quien en lúdico gesto, sibilino y sonriente,

sin consultar mis crípticos anhelos,

extrajo de su aljaba una saeta,

y veloz la clavó en mi corazón.


¿Sangró mi corazón por el flechazo?

No, galvanizado el sentimiento puro

sanó en el acto, agradecido en fe;

la que insufló en mi ser aquel intruso,

CUPIDO, el adorable quien me dio

¡la fuerza redentora, la que salva!   

 

Esa fe salvadora, vibrante retornó,

y  nuevos incentivos anidaron en mí;

regresaron la calma, la alegría de vivir

y en mi cielo brillaron estrellas palpitantes,

de nuevas esperanzas promisorias,

aquellas que nunca antes hubiese presentido


Desde aquel día luminoso me torné

en el más fuerte e invencible ser,

y me nombré SEÑORA CORAZÓN.


Mis pensiles de nidos se poblaron,

y se llenaron de arrullos amorosos;

por mi sangre febril navegaron rampantes

anhelos y pasiones de amores ignorados:

entonces me sentí la mujer más feliz:

comprensiva, indulgente, tolerante y dulce:


¡El milagro sagrado, el que al mundo redime,

se había dado en mi ser, porque allí esplendoroso,

absoluto y audaz habíase entronizado,

omnipresente y sacro, EL DIOS AMOR!


Poema del libro “Del crepúsculo a la alborada” de Leonora Acuña de Marmolejo

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