El sábado está en el alma
igual que la sangre en el cuerpo.
La vida es un sábado
que se prolonga desde la infancia hasta la madurez
y el corazón aletea con las luces en forma de mujer del sábado
como relámpago que viaja
del presente al ayer.
El alma es un sábado que envejece
a distinto ritmo que el cuerpo
y la piel un domingo que el lunes en la noche olvidó.
Por eso el sábado salva
de la melancolía y la tristeza
aunque de ambas brumas
también está hecho el corazón…
Víctor Díaz Goris
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