Aplastar tempestades inútiles y viles,
cultivar fértiles mañanas
con aromas de confianza
y seguras esperanzas,
porque nunca habrá desdicha
ni menos será tarde
para un corazón
que ama de verdad.
Y curar el alma con sonrisas
de infancias memorables,
sin más prisas ni nada...
si acaso detenerse a escuchar
gatos maullandole a la luna...
y este horizonte de gallos,
celebrando con su canto,
un nuevo amanecer...
Abelardo Tamayo Esquivel
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