Por fin, ya domesticado,
te quiero dar un presente,
que te tenía pendiente
y que te había negado.
Un zorrito que yo he criado
con paciencia y con esmero;
en su especie, el primero
que dejó su libertad
y busca tranquilidad,
de tu sombra, en el alero.
Después de toda una vida
de entrenamiento forzado,
al final se ha alcanzado
la madurez requerida.
Por eso, ahora, querida,
ya con cabeza plateada
a fuerza de las lunadas,
vengo sumiso al regazo,
a refugiarme en tus brazos
con la cola replegada.
Soy la tierna mascotita
que te había prometido,
la que siempre has querido
desde que eras jovencita.
Vengo puntual a la cita
que el destino nos depara,
a pesar que nos separa
tan agobiante distancia,
el fruto de la constancia
hizo que ella se eclipsara.
Has de creer, vida mía,
de lunas estoy plateado,
cual trigo, al sol, madurado,
por este amor día a día.
Ha logrado plusvalía
este fuerte sentimiento
que desde hace tiempo siento;
unos ríos se han secado,
otros, caudal aumentado;
mi fuego no apaga el viento.
Huidizo en estado libre;
en cautiverio, muy triste;
yo sé bien que tú quisiste
un amor de este calibre.
Para que esto se equilibre,
acepta, amor, el presente;
la unión nos hace potentes;
y de ahora en adelante,
mantenernos tan campantes,
sin importarnos la gente.
Julio César Martínez Matus -Nicaragua-
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