Sentado sobre toda mi tristeza,
me doy golpes de pecho, hurgo la herida
y bebo el agrio caldo de mi vida
en sorbos sazonados de crudeza.
Tamañas soledades me visitan,
recojo el corazón hecho pedazos,
abrazo el hueco espacio en que mis brazos
se engañan con un alma. Sólo habitan
en mi cuerpos etéreos e intangibles.
Es bárbara mi sed de cercanía
y temo que mi flor marchite mustia
de oníricos orgasmos imposibles.
¡Qué ruin ser hostia de mi eucaristía
y sacerdote de mi propia angustia!
Jorge García de la Fe
No hay comentarios:
Publicar un comentario