El invierno es tan brutal,
por eso, es en todo momento preferible
a los atardeceres histéricos del verano,
de los que nadie puede resguardarse.
Igual que las mujeres que en la víspera del sábado siempre prefieren
al tío asqueroso, marcado de por vida,
en lugar del chico encantador que puso oreja
a sus confesiones lastimeras.
Yo las entiendo muy bien: solo las madres
y los estúpidos pueden manejar estas mucosidades.
Como cualquier persona normal, odia
los domingos de verano; especialmente el atardecer.
Niels Hav -Dinamarca- Traducción Sergio Bad
Publicado en Suplemento de Realidades y ficciones 77
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