Los ojos te delatan amargura,
con labios tensos que obran tartamudos
y voces enredadas que son nudos
en tu garganta añil sin más ternura.
Dos lazos son tus cejas de hermosura,
que luciendo se arquean muy tozudos
doblando tus trofeos tan desnudos,
y así ofrecer envuelta tu locura.
Habla y dime lo que sientes ahora,
o calla para siempre; tus parpadeos.
Muéstrate sugerente cual señora,
dejando de jugar con tus galanteos,
intenta recogerte con la aurora...
y se sencilla, clara sin regodeos.
Emilio Moreno
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