sábado, 24 de febrero de 2018

UNA CARTA A MI MADRE EN EL CIELO


HOLA MADRE MÍA

Con esta carta solo quiero decirte como me siento.

Vi de cerca el rostro de la muerte sin entender que era lo que sucedía, pero mi alma si lo entendía cuando de mis ojos brotaron lágrimas al ver tu cuerpo inerte cual yacente quedaron las palabras que quise gritar.

Es así que el despertar de la madrugada me trae el retrato de tu rostro frío diciéndome adiós quizás partiendo aun mundo mejor que yo aún no entiendo madre de mi corazón.

Hoy nuevamente el despertar del día me trae el vacío del triste correr del tiempo mientras yo sigo hay como un zombie con un corazón latiendo por momentos sin entender a donde voy y de dónde vengo.

Tu sonreír mágico que curaba en mí cualquier tristeza se me apagó y ahora qué hago yo, sin poder escuchar tu hermosa voz, cual tu aroma transmitía tu aliento de miel mi bella y hermosa mujer mi verdadero amor.

Fuiste y serás la única mujer que me entregó su amor sin condición o reparo alguno siempre amor puro y desmedido privilegiado me siento de tener el honor de nacer de tu ser.

En mi memoria laten los recuerdos de la mujer maravilla en la cual te convertías para brindar toda la protección con tu ser como cobija bendecida por Dios.

Llevo en mi corazón la imagen de tus compañías cuando lloraba o reía siempre estabas ahí en los bellos y tristes momentos al igual me diste tu mano en los tropiezos, es por ello que siempre serás mi único amor verdadero.

Hay estrellas que alumbran pero tu brillas sobre ellas en el firmamento, en las noche miro tu dialogar silencioso que no hay noche que falles para darme la despedida de buenas noches madre mía.

En el silencio de mi habitación se meda la oportunidad de desahogar el triste y amargo momento de tu adiós.

Solo pido que cuando de nuevo la muerte me mire a los ojos y me envíe arreglar cuentas con Dios, estés tú esperándome con estas letras que una noche te escribí con tristeza en el corazón.

Apagado en la soledad de mi habitación te amaré por siempre GLORIA DE MI CORAZÓN.

SAUL ESTEBAN

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