Truenan los huesos desgarrando la piel,
desprendiéndose del árbol,
que sobrevive en el espanto.
_( ¡Bienaventurado el pobre !)
¡ Qué ironía... !
Las fatigas anochecen aun más,
sobre nuestra fe, sobre nuestros sueños,
que enloquecen en pupilas desvanecidas,
en cadavéricas limosnas de comedores populares,
donde flotan derretidas flores de desesperanza.
La noche adormece los vientres relamidos,
vientres que gruñen por la miseria y el hambre.
Arrastran a las súplicas hasta el filo del cansancio,
con crueldad insana, destrozan nuestro mañana...
Mancebos abanicos en ristre, que retoñan quejidos,
de semillas inmisericordes, sin surco,
disecadas por el dolor y la injusticia,,
mieses miserables que emboscan nuestras vidas
en un porvenir decapitado, por la sombra de la Muerte,
y nos matan enlutando nuestras almas.
La aurora,
nunca amanece...
¡ Nunca !...
ABNER VIERA QUEZADA
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