Frotémonos carencias milenarias,
fantasmas de otras vidas que traemos
necesitados de vivir extremos
paréntesis de teas incendiarias.
Besémonos las llagas incurables
con ensenadas de verbalizar
mudeces que nos pueden enfermar
la música de ser irrazonables.
Desaprendamos aprendidas prendas
que no nos protegieron de fracasos.
Busquemos derroteros, ya sin riendas,
en que podamos extender los brazos.
Y sin el peso de agrias reprimendas,
volvamos a ensamblar nuestros pedazos.
Jorge García de la Fe
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