No cierres los ojos
hasta el amanecer,
no me dejes solo esta noche,
hablemos de dar luz
a nuestro refugio,
besémonos de vez en vez,
cuando sientas mis manos
merodeando por tu espalda,
no cierres los ojos
que hoy,
y ayer me faltaste tanto
que las luciérnagas de la luna
me negaron su mariposa alada,
y deambulé por el camino viejo,
y tropecé con los recodos
del aire mugriento
y cuando desperté,
estabas tendida a mi lado,
pero seguía siendo de noche,
y tu cuerpo,
quieto de letargo insomne
te tenía aletargada,
sin embargo
yo te quería descubrir
en los ecos oscuros del aire,
y tú me deseabas tanto
que poco a poco despertabas
y me decías,
ven amor, que ya no es ayer,
besa mis labios,
toma mi cintura que te abraza,
que mi alma es sólo tuya,
y mi voz quieta
fue un murmullo de ola en calma.
Así que me pedías,
que tampoco yo cerrase los ojos,
para que a ti nunca te falte
el clamor de mi mirada.
Fernando Novalbos Sanchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario