DÉCIMO CUARTO TRABAJO
UNA TARDE DE INVIERNO
Una tarde de invierno, un matrimonio entrado en años, está recordando su vida sentado en el salón de su casa.
Sole.- ¿Te acuerdas Luis la primera vez que fuimos a Benidorm?
Luis.- Sí, fue el verano que nos casamos. Entonces Benidorm, no era como hoy, no tenía hoteles de cuarenta pisos.
Sole.- Es verdad, lo que recuerdo es que en ese viaje lo pasamos muy bien y además encargamos nuestro primer hijo.
Luis.- Verdaderamente en nuestra larga vida de casados nos han ocurrido muchas peripecias y anécdotas. Estoy recordando cuando fuimos a África y tú estabas empeñada en que el guía era un salvaje, vestido con el traje de algún turista, al que se había comido.
Sole.- No me digas que no llevaba razón. Si olía a selva a 10 metros de distancia.
Se rieron y siguieron hablando.
Luis.- Es verdad que lo pasamos muy bien en nuestro viajes. Como aquella vez que me metí equivocado en la habitación de al lado y la señora que estaba dentro empezó a dar voces.
Tuvo que venir el dueño del hotel para aclarar todo y tú decía que tu marido era un buen padre de familia. Ella no atendía a razones. Cuando se tranquilizó le pedí perdón y al final terminamos en paz. De esto salió una amistad que todavía dura.
PILAR SÁNCHEZ BARCIA
EL VIDEO JUEGO
Te sumerges en ese viaje
que muchos denominan salvaje,
te pasas todo el día jugando en el salón
tu madre te pilla y tú la pides perdón.
JUAN JUNQUERA BORRAZAS
¡QUÉ VIAJE MÁS SALVAJE!
¡Qué viaje más salvaje!
Con lo bien que yo hubiera
estado descansando en el
sofá de mi salón arropadito
con la manta o el edredón.
Y no sufriendo en esa catastrófica
expedición
que si me descuido me dejan
sin pantalón
y para colmo el guía no paraba
de pedir perdón
¡y yo hacerle caso a mi amigo
Andrés!
Un viaje de ensueño vamos
a emprender me repitió una
y otra vez.
Si lo llego a saber no me
coges por primo, amigo Andrés.
CARMEN PÉREZ MARTELL
EN MI SALÓN
Siempre en mi salón me gusta sentarme y relajarme un poco tomando una taza de café por la tarde, mientras mi hijo pequeño jugaba un partido de fútbol con su hermano. A veces ve cosas en el videojuego que son salvajes y a mí no me gusta nada. Pedí a mi hijo que juegue con juegos menos agresivos, siempre me pide perdón y vuelve a hacerlo.
Un día le prometí a mi hijo si sacaba buenas notas y cumplía con sus deberes le llevaría de viaje a Francia. Se puso contento y cumplió con sus deberes.
MALIKA EL BOUZIDI
EL VIAJE
I
No he podido reprimir
las ansias salvajes
de irme de viaje
y abandonar el salón
donde tú me dejaste
triste y aburrido
esperando tu perdón
que nunca llegó.
Me fui sin equipaje
sin decir a donde iba
porque no deseaba
que mis pasos siguieras
y descargaras tu salvaje
ira contra mí
que siempre quise este viaje
hacer contigo aunque
mi error nunca tuvo perdón
y solo me dejaste hundido en el sillón.
Fue un triste viaje
porque sin ti
yo no soy feliz
y nada me distraía
ni siquiera la hermosura
salvaje del paisaje que divisaba
desde el salón
del hotel donde me refugié.
II
Hoy inició un viaje
interestelar, sin equipaje,
desde mi salón
por unas tierras salvajes
donde nada es lo que parece,
aunque todo es auténtico,
ni nadie es como es
porque todos, todos
llevan disfraces
de fantasía donde esconden
su verdadera identidad
para poder pasar desapercibidos
y obtener el gran perdón
de aquellos que hablan
sin decir nada
aunque hablen demasiado.
JOSÉ LUIS RUBIO
lunes, 30 de abril de 2012
ETERNO AMOR
Cuando te conocí creía que sólo había un cielo.
Pero desde nuestra separación
es todo tan distinto
cuando miro en mi corazón
porque eres la sombra que me estremece
aquella que se cierne en mi interior.
Hoy voy por una carretera que no está señalada en ningún
mapa.
Decirte adiós no es fácil.
Sé que te echaré de menos.
Pero es mi alma la que te dice hasta la próxima
hasta que el destino nos vuelva a reunir.
Por ello sé que existe un nuevo cielo más allá de esta
soledad que me acompaña
porque eres el amor que no se olvida
aquel amor que no se apaga.
Tú eres el amor que siempre resplandece
porque tú y yo somos el amor que canta más allá de la vida y
de la muerte...
MARCO ANTONIO LEÓN SUÁREZ -Ecuador-
Pero desde nuestra separación
es todo tan distinto
cuando miro en mi corazón
porque eres la sombra que me estremece
aquella que se cierne en mi interior.
Hoy voy por una carretera que no está señalada en ningún
mapa.
Decirte adiós no es fácil.
Sé que te echaré de menos.
Pero es mi alma la que te dice hasta la próxima
hasta que el destino nos vuelva a reunir.
Por ello sé que existe un nuevo cielo más allá de esta
soledad que me acompaña
porque eres el amor que no se olvida
aquel amor que no se apaga.
Tú eres el amor que siempre resplandece
porque tú y yo somos el amor que canta más allá de la vida y
de la muerte...
MARCO ANTONIO LEÓN SUÁREZ -Ecuador-
"A VUELA PLUMA"
A MAXIMIANO TRAPERO
(Premio José Vasconcelos)
Un gran viva, Maximiano
por el premio conseguido,
tu verso con su latido
puso el trofeo en tu mano.
Este camino no es llano
y hay que atárselas a dedo;
y hacer versos con denuedo
que salgan del corazón,
bien cargados de razón
apoyados en tu credo.
Manuel MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO -Ciudad Real, La Mancha (España)-
CANTO A LA VIDA
Como te mato, te destruyo, te consumo,
como acabo con tu fauna, con tu flora,
te contamino, te seco y lleno de humo,
mi ambición desmedida, te devora.
Extermino tus hijos más hermosos,
solamente por tenerlos de trofeo,
algún día sabré cuan doloroso,
es querer volver a ver lo que no veo.
Si yo pudiera detener, si yo pudiera,
ese daño que la vida ya me implora,
y drenar el exterminio y su quimera
para ver surgir la vida como aurora.
Si yo pudiera, con amor, si yo pudiera,
evitar que mi mundo sea un desierto
y ver sugir así, por donde quiera,
todos los seres que por mi culpa han muerto.
ARMANDO GUZMÁN MAGDALENO -Cuba-
como acabo con tu fauna, con tu flora,
te contamino, te seco y lleno de humo,
mi ambición desmedida, te devora.
Extermino tus hijos más hermosos,
solamente por tenerlos de trofeo,
algún día sabré cuan doloroso,
es querer volver a ver lo que no veo.
Si yo pudiera detener, si yo pudiera,
ese daño que la vida ya me implora,
y drenar el exterminio y su quimera
para ver surgir la vida como aurora.
Si yo pudiera, con amor, si yo pudiera,
evitar que mi mundo sea un desierto
y ver sugir así, por donde quiera,
todos los seres que por mi culpa han muerto.
ARMANDO GUZMÁN MAGDALENO -Cuba-
LA VIDA
Es un juego el cual tienes que jugar
y debes saber qué movimiento hacer
porque cualquier mal movimiento
verás que gran pérdida.
Es un juego algo injusto por momentos
pero si te sabes mover
no lo verás tan injusto.
De ti depende que este juego
se juegue limpiamente
pero ten siempre presente que
después de ganarse un juego
se recibe un premio.
Es un juego donde encontrarás de todo
encontrarás suertudos
encontrarás desubicados
y encontrarás lo que a todos tememos
los que siempre ganan y
no propiamente por la legalidad
teniendo en cuenta las reglas del juego.
Todo depende de ti, el aceptar
ya que si no aceptas
sólo tienes una salida.
HOLMAN DARÍO JIMÉNEZ ARDILA -Colombia-
y debes saber qué movimiento hacer
porque cualquier mal movimiento
verás que gran pérdida.
Es un juego algo injusto por momentos
pero si te sabes mover
no lo verás tan injusto.
De ti depende que este juego
se juegue limpiamente
pero ten siempre presente que
después de ganarse un juego
se recibe un premio.
Es un juego donde encontrarás de todo
encontrarás suertudos
encontrarás desubicados
y encontrarás lo que a todos tememos
los que siempre ganan y
no propiamente por la legalidad
teniendo en cuenta las reglas del juego.
Todo depende de ti, el aceptar
ya que si no aceptas
sólo tienes una salida.
HOLMAN DARÍO JIMÉNEZ ARDILA -Colombia-
HAY UN LLANTO
La tarde sobre el agua se va domando peces,
hay un llanto que surge desde la fría piedra
al ver correr el río que se lleva impetuoso
la cristalina risa de su niñas de arena.
Se adormece la fronda, los pájaros anidan,
hay un llanto en las hojas que a las ramas se aferra
cuando el viento aparecer con su toser salvaje
y despierta los trinos que espantados se elevan.
Horizontes dantescos los soles guillotinan,
hay un llanto que brota de lejanas estrellas,
son los trágicos ecos que denuncian las voces
de los gritos del hombre... sin morada en la tierra.
En un cielo apagado gimen hasta las sombras,
un llanto desde un ángel surge y todo lo anega,
el amor yace frío sobre oscuros pañales,
-lo mataron anoche... para que no sufriera-.
MGDALENA NAJLE -Argentian-
hay un llanto que surge desde la fría piedra
al ver correr el río que se lleva impetuoso
la cristalina risa de su niñas de arena.
Se adormece la fronda, los pájaros anidan,
hay un llanto en las hojas que a las ramas se aferra
cuando el viento aparecer con su toser salvaje
y despierta los trinos que espantados se elevan.
Horizontes dantescos los soles guillotinan,
hay un llanto que brota de lejanas estrellas,
son los trágicos ecos que denuncian las voces
de los gritos del hombre... sin morada en la tierra.
En un cielo apagado gimen hasta las sombras,
un llanto desde un ángel surge y todo lo anega,
el amor yace frío sobre oscuros pañales,
-lo mataron anoche... para que no sufriera-.
MGDALENA NAJLE -Argentian-
MOBILIARIO NOCTURNO
La soledad
paso incierto
mientras la noche en las manos
se deshace. La oscuridad
su desierto
vierte de intereses vano
al corazón. Como un sabor dulzón
de canciones de verano
hay en los labios resecos
que se abren. La noche
arrastra sus flecos
entre las prisas que invaden
las dentelladas rojizas
de un tráfico irresponsable.
JOSÉ LUIS MARISCAL -Horcajo de Santiago (Cuenca)-
paso incierto
mientras la noche en las manos
se deshace. La oscuridad
su desierto
vierte de intereses vano
al corazón. Como un sabor dulzón
de canciones de verano
hay en los labios resecos
que se abren. La noche
arrastra sus flecos
entre las prisas que invaden
las dentelladas rojizas
de un tráfico irresponsable.
JOSÉ LUIS MARISCAL -Horcajo de Santiago (Cuenca)-
LA PAZ II
Cuando cambiemos las espadas por flores
con olores,
cuando cambiemos la violencia
por la no violencia,
entonces seremos felices,
porque no hay mayor felicidad que sentirse bien con uno mismo.
Aunque a veces para conseguir la paz
tengamos que mostrar nuestro lado más reservado,
la violencia no vale la pena,
para conseguir la paz,
o para conseguir el amor
que mucho antes te producía dolor,
te alegras de tenerla a tu lado,
lo tomas como una recompensa por lo que has luchado.
Cuando aprendamos a pensar
antes de pelear,
utilizar palabras
como únicas armas.
Yo pregunto ¿qué es la paz?,
para unos puede no ser lo mismo que para otros,
en mi opinión,
es el conjunto de sentimientos
positivos,
que se guardan en el corazón.
JUAN JUNQUERA BORRAZAS -Conil-
con olores,
cuando cambiemos la violencia
por la no violencia,
entonces seremos felices,
porque no hay mayor felicidad que sentirse bien con uno mismo.
Aunque a veces para conseguir la paz
tengamos que mostrar nuestro lado más reservado,
la violencia no vale la pena,
para conseguir la paz,
o para conseguir el amor
que mucho antes te producía dolor,
te alegras de tenerla a tu lado,
lo tomas como una recompensa por lo que has luchado.
Cuando aprendamos a pensar
antes de pelear,
utilizar palabras
como únicas armas.
Yo pregunto ¿qué es la paz?,
para unos puede no ser lo mismo que para otros,
en mi opinión,
es el conjunto de sentimientos
positivos,
que se guardan en el corazón.
JUAN JUNQUERA BORRAZAS -Conil-
EL VIENTO Y YO
El viento juega con tus cabellos,
el frio eriza tu piel morena,
...y yo,en silencio que te contemplo,
y no imaginas que envidio al viento,
y al aire fresco
-que te acariicia-
Miras mis ojos,
...yo sonrio,
sonrio al labio que no murmura,
sonrio al llanto,a la ternura
que oculta gime
-en mis labios secos-
El viento juega con tus cabellos,
el frio eriza tu piel morena
...Ay,yo sonrio,aunque de pena,
porque si dices: Ella es ajena,
Incierto -digo, tuya soy yo!
Y si por magia,yo el viento fuera?
...de tus cabellos,
el jardín haría-
Tu piel morena?
-tierra seria-
tus labios rojos?
mi adoracion.
El viento juega con tus cabellos,
magico y mudo,
-como tu voz-
Yo envidio al viento,
que en su lenguaje
...HACE CANCIONES
QUE NO HAGO YO.
Lazara Nancy Diaz -Estados Unidos-
el frio eriza tu piel morena,
...y yo,en silencio que te contemplo,
y no imaginas que envidio al viento,
y al aire fresco
-que te acariicia-
Miras mis ojos,
...yo sonrio,
sonrio al labio que no murmura,
sonrio al llanto,a la ternura
que oculta gime
-en mis labios secos-
El viento juega con tus cabellos,
el frio eriza tu piel morena
...Ay,yo sonrio,aunque de pena,
porque si dices: Ella es ajena,
Incierto -digo, tuya soy yo!
Y si por magia,yo el viento fuera?
...de tus cabellos,
el jardín haría-
Tu piel morena?
-tierra seria-
tus labios rojos?
mi adoracion.
El viento juega con tus cabellos,
magico y mudo,
-como tu voz-
Yo envidio al viento,
que en su lenguaje
...HACE CANCIONES
QUE NO HAGO YO.
Lazara Nancy Diaz -Estados Unidos-
AUTOBIOGRAFÍA
Antes de enviar la versión definitiva a mi editor, lleno de picadura la pipa, la enciendo, y repaso todos los capítulos, del último al primero. Una vez revisada, me saco el chupete de la boca y me pongo a llorar.
Víctor Lorenzo Cinca (España)
Publicado en la revista digital Minatura 117
Víctor Lorenzo Cinca (España)
Publicado en la revista digital Minatura 117
RETIRADOS, NO DEL TODO
Si nos quiere, llame: seguimos disponibles:
somos los veteranos de guerras afrodisíacas
sobrevivientes –en nuestro segmento laboralde
incontables catreras de batalla:
cada cual con su sello porno-trapecista
estelares acróbatas ensartadores
en ámbitos privadísimos y artificiales o al aire libre
indoblegables domadores polimorfos
en protagónicos papeles hemos destacado
inagotabilidad y envergadura
Porno-asistencialistas
algunos otros compañeros aficionados
asomaron en nuestros filmes
ligando sus raciones propias de menguados intervinientes
hasta que a veces juntos nos prendíamos
en orgías exponenciales
reservadas para los exhaustivos finales
de los sucesivos porno-derramadores
de la fuente de la vida
ficcional.
Del libro VIENE JUNTO CON de Rolando Revagliatti -Argentina-
EL VIENTO Y LA BRÚJULA
Felicidades a todas las madres
que quiero y respeto.
Mi madre busca un jinete
para el salto sin espuelas,
prende su boca en las velas
y no descubre al grumete.
Madre-lluvia, ¿es que el arete
es música del oído?
¿Adónde ha marchado el ruido?
¿a los arcanos del miedo?
¿O es que no descubre el dedo
infiel de lo desmedido?
El carretel donde enredas
la sonrisa que no escampa,
tiende a mis pasos la trampa
ingenua de las monedas.
Es el ardid donde quedas
en el agua de mi fuente,
madre. No soy el torrente
en fuga, soy algo serio:
desde mí, danza el salterio
que acunas calladamente...
¿Cómo he de buscar mi clave,
sin descifrar tu razón?
(Mi vuelo agobia al halcón
en lo alto...) ¿De cuál ave
llega tu canto? (Quién sabe
si al danzar, su cuerpo suda...)
Venga usted sin miedo, muda
como un círculo de Dante:
Madre, ¿con qué pobre guante
Goya la pintó desnuda?
Odalys Leyva Rosabal
de mi libro Ciudad para Giselle
que quiero y respeto.
Mi madre busca un jinete
para el salto sin espuelas,
prende su boca en las velas
y no descubre al grumete.
Madre-lluvia, ¿es que el arete
es música del oído?
¿Adónde ha marchado el ruido?
¿a los arcanos del miedo?
¿O es que no descubre el dedo
infiel de lo desmedido?
El carretel donde enredas
la sonrisa que no escampa,
tiende a mis pasos la trampa
ingenua de las monedas.
Es el ardid donde quedas
en el agua de mi fuente,
madre. No soy el torrente
en fuga, soy algo serio:
desde mí, danza el salterio
que acunas calladamente...
¿Cómo he de buscar mi clave,
sin descifrar tu razón?
(Mi vuelo agobia al halcón
en lo alto...) ¿De cuál ave
llega tu canto? (Quién sabe
si al danzar, su cuerpo suda...)
Venga usted sin miedo, muda
como un círculo de Dante:
Madre, ¿con qué pobre guante
Goya la pintó desnuda?
Odalys Leyva Rosabal
de mi libro Ciudad para Giselle
UNA MUJER
Una mujer lejana, reverdeciendo el árbol
que le secó un otoño de prematuro arribo;
una mujer madura, fraguando primaveras
que añadan a su vida glacial nuevos capítulos;
una mujer austera, que inesperadamente
profundiza en oscuros recovecos dormidos,
recuperando zonas de piel voluptuosas
que sacuden su bloque y alteran su equilibrio;
una mujer vestida, que al mirarse al espejo
lamenta la desdicha de haber envejecido,
pero al verse desnuda reconoce el milagro
que en senos, y caderas, y muslos habla a gritos;
una mujer tranquila, de quehaceres y pautas,
de calendarios ciegos y monótonos ritmos,
que detiene de pronto programas baladíes,
y a quien se le abre agreste la flor de los sentidos;
una mujer que viera deslizarse la vida,
más que por cuerpo y alma, rozando su perímetro,
sin huellas dactilares a su carne adosadas,
sin lenguaje directo sobre su carne escrito;
pero que ha despertado sobre sábanas frías,
en soledad amarga sobre lecho vacío,
desafiando el rumbo maquinal que ha llevado,
reafirmando su firme voluntad de estallidos;
esa mujer hoy llega, y en mis brazos abiertos,
escuchará las cosas que antes nadie le dijo,
realizará cuanto ella receló, timorata,
descubrirá visiones, recorrerá caminos,
pronunciará palabras que nunca articulara,
y vivirá en las márgenes de vergeles prohibidos.
Esa mujer descorre los velos del mañana,
y cierra las cortinas del pasado baldío.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
que le secó un otoño de prematuro arribo;
una mujer madura, fraguando primaveras
que añadan a su vida glacial nuevos capítulos;
una mujer austera, que inesperadamente
profundiza en oscuros recovecos dormidos,
recuperando zonas de piel voluptuosas
que sacuden su bloque y alteran su equilibrio;
una mujer vestida, que al mirarse al espejo
lamenta la desdicha de haber envejecido,
pero al verse desnuda reconoce el milagro
que en senos, y caderas, y muslos habla a gritos;
una mujer tranquila, de quehaceres y pautas,
de calendarios ciegos y monótonos ritmos,
que detiene de pronto programas baladíes,
y a quien se le abre agreste la flor de los sentidos;
una mujer que viera deslizarse la vida,
más que por cuerpo y alma, rozando su perímetro,
sin huellas dactilares a su carne adosadas,
sin lenguaje directo sobre su carne escrito;
pero que ha despertado sobre sábanas frías,
en soledad amarga sobre lecho vacío,
desafiando el rumbo maquinal que ha llevado,
reafirmando su firme voluntad de estallidos;
esa mujer hoy llega, y en mis brazos abiertos,
escuchará las cosas que antes nadie le dijo,
realizará cuanto ella receló, timorata,
descubrirá visiones, recorrerá caminos,
pronunciará palabras que nunca articulara,
y vivirá en las márgenes de vergeles prohibidos.
Esa mujer descorre los velos del mañana,
y cierra las cortinas del pasado baldío.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
JUEGO DE NIÑOS
¿Y cuál será la historia subsecuente
de la mujer que, aún niña,
con el instinto en flor, se me ofreciera,
siendo yo también niño? Resucitan
imágenes en mí de aquella fecha,
nunca en el tiempo muertas ni dormidas,
siempre vigentes como el dulce sueño
del ángel de oro que a la fuga aspira.
Ella, la exploradora,
yo, el aprendiz de intrigas.
Era el festín de lo esencial, sin prólogos,
sin otra barricada que una silla
defendiendo la puerta, y a lo lejos
el canto del zorzal, a las orillas
del pantano, acostado junto al río,
y un olor a magnolias que se estira
desde el jardín, trepando a la terraza,
serpenteando por la galería.
Todo tan esencial, tan sin adornos,
de una belleza agreste, primitiva.
Al correr de los años habrá sido
novia, amante, consorte... ¿Qué destila
su memoria en las noches solitarias?
¿Contemplará quizá la luz que brilla
tenue, fugaz, desde un ayer remoto,
como hago yo, o tal vez en la neblina
del olvido se le haya evaporado,
suceso intranscendente que se olvida?
Nunca la vi de nuevo,
mas su perfil de prematura ninfa
emerge en mi recuerdo, y la recibo
con galante, nostálgica sonrisa.
FRANCISCO ÁLVAREZ -Los Angeles-
de la mujer que, aún niña,
con el instinto en flor, se me ofreciera,
siendo yo también niño? Resucitan
imágenes en mí de aquella fecha,
nunca en el tiempo muertas ni dormidas,
siempre vigentes como el dulce sueño
del ángel de oro que a la fuga aspira.
Ella, la exploradora,
yo, el aprendiz de intrigas.
Era el festín de lo esencial, sin prólogos,
sin otra barricada que una silla
defendiendo la puerta, y a lo lejos
el canto del zorzal, a las orillas
del pantano, acostado junto al río,
y un olor a magnolias que se estira
desde el jardín, trepando a la terraza,
serpenteando por la galería.
Todo tan esencial, tan sin adornos,
de una belleza agreste, primitiva.
Al correr de los años habrá sido
novia, amante, consorte... ¿Qué destila
su memoria en las noches solitarias?
¿Contemplará quizá la luz que brilla
tenue, fugaz, desde un ayer remoto,
como hago yo, o tal vez en la neblina
del olvido se le haya evaporado,
suceso intranscendente que se olvida?
Nunca la vi de nuevo,
mas su perfil de prematura ninfa
emerge en mi recuerdo, y la recibo
con galante, nostálgica sonrisa.
FRANCISCO ÁLVAREZ -Los Angeles-
DE TI ME ALEJO URBE VELEIDOSA
tronante de miseria y de locura.
Me cubriré de fragante frescura
en la pradera verde y jubilosa.
Lejos voy de la pléyade envidiosa…
en pos del campo y la montaña pura
mejor es que el cemento y la escultura:
me espera aquella mano fervorosa.
Es la mano que siempre me cobija,
la que restaura, limpia y que perdona:
ternura rinde a todos mis sentidos.
Y un dulce soplo dice: en mí fija
tus ojos, si tu hermano te abandona
en urbes de los sueños mil destruidos.
II
En urbes de los sueños mil destruidos,
con humanos de oscuras necedades,
mis días entre locas vanidades
poco a poco sin gloria se han perdidos.
Mis redes sueños nobles han cogido…
Bajo el céfiro de mis soledades
me despojo de ajenas falsedades
aunque desdenes me han sobrevenido.
Yo no buscó corona que me ciña,
ni envidio la riqueza del avaro;
fortuna es mi morada y mi sustento.
Urbe de ti me alejo hacia mi viña
voy con mis manos de labriego y el claro
canto esparciendo mis versos al viento.
Poeta Luis Ossa Gajardo (Chile)
Publicado en la revista La Urraka
LO QUE DIJERON LOS ESCRITORES
Roberto Bolaño (Santiago de Chile 1953): La literatura se parece mucho a la pelea de los samurais, pero un samurai no pelea contra otro samurai: pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura.
Publicado en la revista La Urraka
ALBERTO ÁNGEL “EL CUERVO” O EL AMOR A MÉXICO
Por Juan Cervera Sanchís -México-
En estos tiempos de desamor e indiferencia a
las tradiciones esenciales Alberto Ángel “El Cuervo”,
toda un águila real en sostenido y altísimo vuelo.
Ejemplo de ello es su vida misma, aunada a su
su quehacer interpretativo y a su obra literaria
y de investigación histórica.
Acabamos de releer, con deleite sumo, su libro
“Mexicomentarios”, impreso por Editorial Nuestro S. A.
11 páginas. Este pequeño libro debería reeditarse
y regalarse a los niños y jóvenes en las escuelas,
pues es en sí un bello y certero testimonio de lo
mexicano más entrañable.
Alberto Ángel nació en Nanchital, Veracruz,
en fecha...La fecha es de lo menos cuando se
es joven de corazón y de mente. Desde los inicios
de su carrera artística se convirtió en un férreo
defensor de la música y tradiciones mexicanas.
Curiosamente “El Cuervo”, tal vez muchos no
lo saben estudió en el Instituto Politécnico Nacional
la carrera de Químico Bacteriólogo Parasitólogo,
al tiempo que realizaba sus estudios de Cantante
de Ópera en el Conservatorio Nacional de Música.
Posteriormente estudiaría en la Universidad
Autónoma Metropolitana Psicología y Medicina.
Asimismo realizó estudios de armonía y solfeo superior
en el Instituto de Estudios Superiores de Música
del SUTUM.
Miguel Ángel es un hombre de clara y alta
Inteligencia, firme voluntad, espíritu inquieto
y hombre preocupado seriamente en la búsqueda
de sí mismo y su identidad esencial, por lo que
se considera un estudiante perpetua. Toda un
alma renacentista.
Preocupado por su formación y desarrollo de
su expresión literaria fue alumno del autor de
“El llano en llamas”. Sí, del gran Juan Rulfo.
De ahí le viene el gusto por la buena prosa y
la narrativa, que con tanta precisión desarrolla
en todo cuanto brota de su pluma.
En “Mexicocomentarios”, que fue su primer
libro impreso y que, tras releerlo, nos motivó
a nosotros a escribir estos comentarios, deja
reafirmado su conocimiento del idioma, su
capacidad de investigación y una visión especial
para la síntesis. Recordemos a Gracián:
“Si breve dos veces bueno”.
Contiene este libro veintidós capítulos, o mejor
dicho: estampas. Sí, estampas a todo color y
a toda vida, donde el México tradicional nos
seduce y enamora.
En estas estampas, Miguel Ángel, borda y
recrea sus conocimientos e investigaciones
respecto a lo mexicano más elemental y a su
vez trascendental, ya que en las cosas y en los
hechos sencillos es donde realmente trascendemos.
Nos ilustra Miguel Ángel sobre el sarape, el
temascal, el amate, el charro mexicano, el mariachi,
la serenata, las Adelitas, la Soldaderas y las
Coronelas, donde se refleja la fuerza determinante
de la mujer mexicana, de alguna manera
descendientes de la legendaria Monja Alférez,
aquella Catalina de Erazo, quien tambien arriero.
CARECE
Mi cuerpo carece
de ventanas,
de barriles de hormigón
de sangre calcinada en los apellidos.
Mi cuerpo carece
de abismos negros
sobre los que esculpir mentiras como versos.
Mi cuerpo carece
de portones de tisú
como si los rezos silenciados segaran besos.
Mi cuerpo carece
de consonantes que redoblen
como ollados silencios fallidos.
Mi cuerpo carece
de la risueña paz de los escombros
en los acuciantes nidos.
Mi cuerpo carece
de la nostalgia impuesta por la historia
garabateada en los espejos.
Mi cuerpo carece
de la inercia de los gestos
que sueñan con penales espesos.
Mi cuerpo carece
de la opinión de los bolígrafos de carmín
en la laringe hendidos.
Mi cuerpo carece
de los roces de la eutanasia
del espejo del caos.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
de ventanas,
de barriles de hormigón
de sangre calcinada en los apellidos.
Mi cuerpo carece
de abismos negros
sobre los que esculpir mentiras como versos.
Mi cuerpo carece
de portones de tisú
como si los rezos silenciados segaran besos.
Mi cuerpo carece
de consonantes que redoblen
como ollados silencios fallidos.
Mi cuerpo carece
de la risueña paz de los escombros
en los acuciantes nidos.
Mi cuerpo carece
de la nostalgia impuesta por la historia
garabateada en los espejos.
Mi cuerpo carece
de la inercia de los gestos
que sueñan con penales espesos.
Mi cuerpo carece
de la opinión de los bolígrafos de carmín
en la laringe hendidos.
Mi cuerpo carece
de los roces de la eutanasia
del espejo del caos.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
LOS TORONTOS
He visto reír a los niños
y llorar a un novillero,
que se han mirado en los ojos
de un enanito torero.
Igual que ante un regalo
envuelto y pegado con celo,
han brillado como estrellas
unos puntos luminosos
en el iris de unos y otros,
entre infantil ignorancia,
donde la inocencia cubre
la resignada tristeza
de las mentes, por sus cuerpos.
Ante un temor contenido
se cuela una mano entre las mías,
tapa su cara, .. pero mira…
al valeroso muchacho que
ahora sale y hace su lidia..
¡Ojo, todo vale, mientras ría
el respetable!
Que no es mayor la estatura
ni en valor ni en el arte.
Mayte Andrade -Benicarló/ Castellón-
De mi libro “Querencias Taurinas” ed. 2001
y llorar a un novillero,
que se han mirado en los ojos
de un enanito torero.
Igual que ante un regalo
envuelto y pegado con celo,
han brillado como estrellas
unos puntos luminosos
en el iris de unos y otros,
entre infantil ignorancia,
donde la inocencia cubre
la resignada tristeza
de las mentes, por sus cuerpos.
Ante un temor contenido
se cuela una mano entre las mías,
tapa su cara, .. pero mira…
al valeroso muchacho que
ahora sale y hace su lidia..
¡Ojo, todo vale, mientras ría
el respetable!
Que no es mayor la estatura
ni en valor ni en el arte.
Mayte Andrade -Benicarló/ Castellón-
De mi libro “Querencias Taurinas” ed. 2001
domingo, 29 de abril de 2012
NADA, NI MIEDO
A veces vuelve a mí
el recuerdo y la tristeza
con el sello de tu nombre
a cuestas.
Abandono, huida y traición
con olor a hierba fresca,
con la imagen de una calle
sembrada de hojas secas.
Por muy utópico que resulte
invisibilizar al sol,
fueron erróneos tus cálculos
y sus rayos enterraste.
Siempre hay caballos que pierden,
cirios que velan a muertos
mentiras que se palpan y que matan.
Si pudo haber sido,
¿por qué no fue?
Me sigo preguntando
si el único remedio
ya sólo será el olvido.
Creo que el verdadero porqué,
ni tú mismo y a estas alturas,
seas capaz de argumentarlo.
Cierra las ventanas.
Vuelve a llover.
Publicado Blanca Flores Cueto, en el blog de Blanca.
AL LEVANTARSE
La niebla
rezuma melancolía
que empapa. La humedad
prende en el alma
mientras que por la piel
fría
se desliza la desgana.
Te asomas a la ventana
la ciudad se encuentra
presa
tras la bajada persiana.
JOSÉ LUIS MARISCAL -Horcajo de Santiago (Cuenca)-
rezuma melancolía
que empapa. La humedad
prende en el alma
mientras que por la piel
fría
se desliza la desgana.
Te asomas a la ventana
la ciudad se encuentra
presa
tras la bajada persiana.
JOSÉ LUIS MARISCAL -Horcajo de Santiago (Cuenca)-
LAMENTO
Soy un poeta sin palabra,
un vivo sin vida
que sin morir muere,
que sonríe llorando,
algo anda
mal, lo estoy notando.
Quizás sea yo
el que no encaje en este mundo,
muchas veces ha pasado
la muerte por mi cerebro
mas no lo he hecho
y no sé porqué,
guardaba una pequeña
esperanza,
pero ahora que mi cerebro
ha entendido que no hay nada que hacer,
el equivalente a una pregunta
sin respuesta,
a un problema
sin solución.
Nunca he tenido
oportunidad alguna de ser feliz
y conforme pasa el tiempo
me veo más y más solo,
necesito que mi vida adquiera algún sentido.
Como vivir la vida
si no puedo tener, conseguir
lo único que hace que mi vida
tenga sentido.
JUAN JUNQUERA BORRAZAS -Conil-
un vivo sin vida
que sin morir muere,
que sonríe llorando,
algo anda
mal, lo estoy notando.
Quizás sea yo
el que no encaje en este mundo,
muchas veces ha pasado
la muerte por mi cerebro
mas no lo he hecho
y no sé porqué,
guardaba una pequeña
esperanza,
pero ahora que mi cerebro
ha entendido que no hay nada que hacer,
el equivalente a una pregunta
sin respuesta,
a un problema
sin solución.
Nunca he tenido
oportunidad alguna de ser feliz
y conforme pasa el tiempo
me veo más y más solo,
necesito que mi vida adquiera algún sentido.
Como vivir la vida
si no puedo tener, conseguir
lo único que hace que mi vida
tenga sentido.
JUAN JUNQUERA BORRAZAS -Conil-
WALDEMAR DANINSKY
Waldemar Daninsky cae una vez más en manos de una científica inescrupulosa que trata de manejar su poder. El Lon Chaney español, que va por su película número 35 en la piel de hombre lobo, se halla encadenado en una mazmorra medieval, donde han montado un laboratorio secreto. Cuando sale la luna llena comienza a transformarse, mientras la doctora lo observa desde un falso espejo y toma nota de las reacciones de Daninsky.
El cine estaría vacío si no fuese por mí y una mujer que se tapa la cara frente al horror que le produce la bestia, dos butacas a mi derecha. La veo temblar y siento un impulso irrefrenable. Me paro con serias determinaciones. Avanzo sigiloso como un predador y me dispongo a atacarla. Mi cuerpo se inunda de cabellos y me brotan colmillos. La mujer grita. El rostro me resulta familiar. Pruebo su sangre: está tibia y dulce. Me siento feliz y en armonía con el universo.
Vuelvo a ver la película. Waldemar no defrauda, y al primer descuido de la facultativa, se escapa y rompe todo. Despedaza a unas cuantas jóvenes pulposas, con poca ropa, y deja a la científica para el gran final. ¡Qué placer! Una mujer que lo ama pone las cosas en su lugar y dispara una bala de plata en el pecho, cerca del pentáculo maldito.
Abandono la sala, satisfecho. Sé de lo repetitivo del cine de terror, pero también de las oscuras y recurrentes leyes del deseo.
Mi víctima sale detrás. Me sonríe y por fin la reconozco: es ella, sí, la científica que pretendía dominar a la criatura, la mujer que mata por amor, la única que sigue junto al monstruo pese a que todos le recomiendan que no es un buen partido.
La invito a tomar un café. Simula pensarlo pero acepta.
La vieja película nos parece otra vez lo único novedoso que vale la pena vivir.
José María Marcos (Argentina)
Publicado en la revista digital Minatura 117
El cine estaría vacío si no fuese por mí y una mujer que se tapa la cara frente al horror que le produce la bestia, dos butacas a mi derecha. La veo temblar y siento un impulso irrefrenable. Me paro con serias determinaciones. Avanzo sigiloso como un predador y me dispongo a atacarla. Mi cuerpo se inunda de cabellos y me brotan colmillos. La mujer grita. El rostro me resulta familiar. Pruebo su sangre: está tibia y dulce. Me siento feliz y en armonía con el universo.
Vuelvo a ver la película. Waldemar no defrauda, y al primer descuido de la facultativa, se escapa y rompe todo. Despedaza a unas cuantas jóvenes pulposas, con poca ropa, y deja a la científica para el gran final. ¡Qué placer! Una mujer que lo ama pone las cosas en su lugar y dispara una bala de plata en el pecho, cerca del pentáculo maldito.
Abandono la sala, satisfecho. Sé de lo repetitivo del cine de terror, pero también de las oscuras y recurrentes leyes del deseo.
Mi víctima sale detrás. Me sonríe y por fin la reconozco: es ella, sí, la científica que pretendía dominar a la criatura, la mujer que mata por amor, la única que sigue junto al monstruo pese a que todos le recomiendan que no es un buen partido.
La invito a tomar un café. Simula pensarlo pero acepta.
La vieja película nos parece otra vez lo único novedoso que vale la pena vivir.
José María Marcos (Argentina)
Publicado en la revista digital Minatura 117
EN EL BICENTENARIO: UN RECORTE
Soy incitado
incluso desafiado
a estructurar unos versos
y no me impongo un soneto gongorino
o un romance
o un epigrama
o una oda patriótica
Se me impone recordar
e incrustar los nombres acá
del general Manuel Belgrano
del abogado Juan José Castelli
del cartero Domingo French
y de un periodista:
Mariano Moreno.
Del libro VIENE JUNTO CON de Rolando Revagliatti -Argentina-
incluso desafiado
a estructurar unos versos
y no me impongo un soneto gongorino
o un romance
o un epigrama
o una oda patriótica
Se me impone recordar
e incrustar los nombres acá
del general Manuel Belgrano
del abogado Juan José Castelli
del cartero Domingo French
y de un periodista:
Mariano Moreno.
Del libro VIENE JUNTO CON de Rolando Revagliatti -Argentina-
EL ESCÁNDALO DE LA FIESTA DE LA BUENA DIOSA
Porque ni siquiera puede dudarse de mi mujer.
Cayo Julio César
Pompeya
es mi tediosa mujer,
y no puede envejecer
mi buena suerte por ella.
Es la traición la que sella
un lujurioso incidente.
Su alcoba llena la mente
de un capricho detestable,
sensual, cuando lo culpable
sonríe pérfidamente.
Mi madre, loca, conjura
a la diosa un nuevo espanto,
y descubre junto al santo
la traicionera locura.
(Es mejor la sepultura
junto a su amante P. Clodio.)
Esta fiesta esconde el odio
de un hombre en castos umbrales
que viola antiguos rituales.
Soy César. He vuelto al podio.
Pompeya me ha traicionado.
Ha quebrado mis cerrojos
sus decadentes despojos.
Mi hogar padece el pecado.
Es cierto que me ha dañado
la mano de Cicerón,
y que logró la ocasión
de hurgar en mi domicilio,
mas no le temo al exilio
fatal de la sinrazón.
Esta es la fiesta sagrada
de las mujeres de Roma.
El pudor oscuro asoma
como filo de una espada
temible. Y es mancillada
mi prole en el juego amargo.
Mujer, te vas... sin embargo,
yo no soy un hombre fiel,
y la suerte es un bajel
que oscurece en su letargo.
Del libro Los césares perdidos de ODALYS LEYVA ROSABAL
Cayo Julio César
Pompeya
es mi tediosa mujer,
y no puede envejecer
mi buena suerte por ella.
Es la traición la que sella
un lujurioso incidente.
Su alcoba llena la mente
de un capricho detestable,
sensual, cuando lo culpable
sonríe pérfidamente.
Mi madre, loca, conjura
a la diosa un nuevo espanto,
y descubre junto al santo
la traicionera locura.
(Es mejor la sepultura
junto a su amante P. Clodio.)
Esta fiesta esconde el odio
de un hombre en castos umbrales
que viola antiguos rituales.
Soy César. He vuelto al podio.
Pompeya me ha traicionado.
Ha quebrado mis cerrojos
sus decadentes despojos.
Mi hogar padece el pecado.
Es cierto que me ha dañado
la mano de Cicerón,
y que logró la ocasión
de hurgar en mi domicilio,
mas no le temo al exilio
fatal de la sinrazón.
Esta es la fiesta sagrada
de las mujeres de Roma.
El pudor oscuro asoma
como filo de una espada
temible. Y es mancillada
mi prole en el juego amargo.
Mujer, te vas... sin embargo,
yo no soy un hombre fiel,
y la suerte es un bajel
que oscurece en su letargo.
Del libro Los césares perdidos de ODALYS LEYVA ROSABAL
ME DECLARÉ
Me declaré en lenguaje de poeta,
revestido de plumas, como alondra,
en caricia envolvente, como brisa,
de pétalos fragantes, como rosa.
Me hice fuente, cantando en su camino,
me hice vino hasta el borde de su copa,
nube fui de sensuales siluetas,
y al borde de su mar me hice gaviota.
Lloví sobre su rostro, húmedo beso,
me conecté a sus pies, callada sombra,
me prolongué en mirada persistente,
y me contraje en estrechez de boa.
Le hablé en palabras que jamás oyera,
se lo expresé en pluralidad de idiomas,
no de lenguas extrañas,
mas de esos términos que el alma añora,
que laten en las ramas de los olmos,
en las puestas de sol, en las auroras,
en las alas del viento,
en el azul murmullo de las olas.
Le traduje en rumores
los gritos que en mi espíritu se agolpan,
los alaridos de mi piel, el llanto
que me asedia en las noches de derrota.
Pero no entendió nada;
y la dejé alejarse. Mis alforjas
sobrecargadas de ella, y en su bolso,
como un artículo en menú de compras,
mi nombre en el papel avejentado,
supervivencia calibrada en horas.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
revestido de plumas, como alondra,
en caricia envolvente, como brisa,
de pétalos fragantes, como rosa.
Me hice fuente, cantando en su camino,
me hice vino hasta el borde de su copa,
nube fui de sensuales siluetas,
y al borde de su mar me hice gaviota.
Lloví sobre su rostro, húmedo beso,
me conecté a sus pies, callada sombra,
me prolongué en mirada persistente,
y me contraje en estrechez de boa.
Le hablé en palabras que jamás oyera,
se lo expresé en pluralidad de idiomas,
no de lenguas extrañas,
mas de esos términos que el alma añora,
que laten en las ramas de los olmos,
en las puestas de sol, en las auroras,
en las alas del viento,
en el azul murmullo de las olas.
Le traduje en rumores
los gritos que en mi espíritu se agolpan,
los alaridos de mi piel, el llanto
que me asedia en las noches de derrota.
Pero no entendió nada;
y la dejé alejarse. Mis alforjas
sobrecargadas de ella, y en su bolso,
como un artículo en menú de compras,
mi nombre en el papel avejentado,
supervivencia calibrada en horas.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
SI UNA MITAD SE VA
Nunca nos queda la mitad de todo
lo que hemos aportado.
Si uno se va, parece que se lleva
todo el calor, la luz, el arrebato,
dejando hielo, sombra, y abandono;
y si no se lo lleva, en el naufragio
lo absorbe el mar, perdiéndose
con idéntico, triste resultado.
Todo parece igual: Ventea, llueve,
a la primera luz cantan los gallos,
se abren las rosas o se caen las hojas,
nieva en las cumbres, se endurece el barro;
se repiten los ciclos de la vida
a toques de bondad, o a machetazos.
Pero será atropello en nuestro entorno,
cicatrices, cerrojos, cenotafios.
El ángel del dolor tiende sus alas
sobre los corazones solitarios,
pero no los consuela, los confunde,
los obliga a brindar con vino amargo
por las aberraciones de la vida,
y el enmudecimiento de los cantos.
Todos hemos perdido algunas veces,
todos hemos sentido nuestras manos
perforadas a golpes de martillo
por los siniestros clavos
del abandono, el fraude, la insolencia,
de falso amante o de fingido hermano.
Y cuando descendemos
por fin de ese calvario,
vemos la brecha abierta en nuestra entraña,
por donde huyeron pétalos y pájaros,
todo cuanto fue bello,
por donde ingresan soledad y llanto.
Queda el recuerdo, es cierto, aunque a menudo
maltrecho, envenenado.
Nunca nos queda la mitad de todo;
si una mitad se va, se lleva tanto…
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDAGLO -Los Angeles-
lo que hemos aportado.
Si uno se va, parece que se lleva
todo el calor, la luz, el arrebato,
dejando hielo, sombra, y abandono;
y si no se lo lleva, en el naufragio
lo absorbe el mar, perdiéndose
con idéntico, triste resultado.
Todo parece igual: Ventea, llueve,
a la primera luz cantan los gallos,
se abren las rosas o se caen las hojas,
nieva en las cumbres, se endurece el barro;
se repiten los ciclos de la vida
a toques de bondad, o a machetazos.
Pero será atropello en nuestro entorno,
cicatrices, cerrojos, cenotafios.
El ángel del dolor tiende sus alas
sobre los corazones solitarios,
pero no los consuela, los confunde,
los obliga a brindar con vino amargo
por las aberraciones de la vida,
y el enmudecimiento de los cantos.
Todos hemos perdido algunas veces,
todos hemos sentido nuestras manos
perforadas a golpes de martillo
por los siniestros clavos
del abandono, el fraude, la insolencia,
de falso amante o de fingido hermano.
Y cuando descendemos
por fin de ese calvario,
vemos la brecha abierta en nuestra entraña,
por donde huyeron pétalos y pájaros,
todo cuanto fue bello,
por donde ingresan soledad y llanto.
Queda el recuerdo, es cierto, aunque a menudo
maltrecho, envenenado.
Nunca nos queda la mitad de todo;
si una mitad se va, se lleva tanto…
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDAGLO -Los Angeles-
SENDERO EN LLAMAS
Era torrente en llamas
fluyendo de tu casa hacia la mía,
cuadriga de oro y luz, que no requiere
la mano del auriga,
pues sabe su camino,
como sonámbulo en la noche tibia.
Los corceles del tiempo rebotaban
sus cascos en la tierra, y repetían
rítmicos el sonido cuatro a cuatro,
como de quien se acerca, y se retira.
Ese torrente en llamas, reventando
por tus ventanas, en la lejanía,
desbordando las tapias del camino
en la tarde dormida,
viene hacia mí. No ha habido mensajero
más elocuente o de menor intriga.
Sus mudos gritos saltan, se retuercen,
en espasmos de blandas sacudidas,
traduciendo las tuyas
en voz de fuego y saturnal de ninfas.
Ese río de llamas
no se detiene ante mi puerta, arrima
sus lenguas ondulantes a mi casa,
quiebra ventanas, se me adentra y gira
en torno a mí en anillos dionisíacos,
y me envuelve, me estrecha, me domina.
Es el momento de partir. Me esperas
el alma en brasa, el tacto en acogida
cayendo el albornoz, abierto el lecho,
y toda voluntad, y algo de intriga.
Sigo el camino en llamas
que recorrí otras veces a hurtadillas,
cuando tu casa no era sólo tuya,
pero tus ansias ya eran sólo mías.
Ah, los húmedos besos de tus labios,
la voluptuosidad de tus pupilas,
el abrazo invisible de tu espíritu,
y el arrebatador de tus rodillas.
Llevo alas en los pies, y erguido el sexo;
vete abriendo la puerta, amada mía.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
fluyendo de tu casa hacia la mía,
cuadriga de oro y luz, que no requiere
la mano del auriga,
pues sabe su camino,
como sonámbulo en la noche tibia.
Los corceles del tiempo rebotaban
sus cascos en la tierra, y repetían
rítmicos el sonido cuatro a cuatro,
como de quien se acerca, y se retira.
Ese torrente en llamas, reventando
por tus ventanas, en la lejanía,
desbordando las tapias del camino
en la tarde dormida,
viene hacia mí. No ha habido mensajero
más elocuente o de menor intriga.
Sus mudos gritos saltan, se retuercen,
en espasmos de blandas sacudidas,
traduciendo las tuyas
en voz de fuego y saturnal de ninfas.
Ese río de llamas
no se detiene ante mi puerta, arrima
sus lenguas ondulantes a mi casa,
quiebra ventanas, se me adentra y gira
en torno a mí en anillos dionisíacos,
y me envuelve, me estrecha, me domina.
Es el momento de partir. Me esperas
el alma en brasa, el tacto en acogida
cayendo el albornoz, abierto el lecho,
y toda voluntad, y algo de intriga.
Sigo el camino en llamas
que recorrí otras veces a hurtadillas,
cuando tu casa no era sólo tuya,
pero tus ansias ya eran sólo mías.
Ah, los húmedos besos de tus labios,
la voluptuosidad de tus pupilas,
el abrazo invisible de tu espíritu,
y el arrebatador de tus rodillas.
Llevo alas en los pies, y erguido el sexo;
vete abriendo la puerta, amada mía.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
¿PARA QUÉ SE ESCRIBE POESÍA EN EL SIGLO XXI?
Para exorcizar nuestros demonios interiores, para cauterizar las heridas espirituales, para mitigar la soledad, para desmitificar la naturaleza de la muerte, para alabar el amor. Son tantas las razones como tantos los poetas. Pero hay una razón que no nos atrevemos a nombrar: para figurar, para impresionar a nuestros pares, a nuestros colegas, para que se nos conceda uno que otro reconocimiento banal, para alimentar nuestro ego.
Porque los poetas somos una jauría de animales sociales hambrientos de ese eterno reconocimiento que nos inflará nuestro ego, y en los festivales de poesía, en las tertulias literarias, nos autoelogiamos, nos prometemos publicarnos, y unos invitan a los otros a sus festivales de poesía, y estas reuniones terminan siendo una fiesta de “tú me invitas a tu festival, y luego yo te invito al mío”, y la calidad de la poesía, si es que existe tal cosa, pasa a un segundo plano, y se convierte en una puta más de la sociedad de consumo.
Me gustaría encontrar algún poeta que me dijera que ella o él escribe por escribir, por jugar con las palabras, por divertirse con el lenguaje, por deporte. Pero eso sería como encontrar una aguja en un pajar, porque primero hay que alimentar el ego. Y la humildad que debe comandar el espíritu sereno de todo ser humano, de todo poeta, se pierde en el entramado avaro del afán por figurar.
Por eso si alguien les pregunta a ustedes poetas—para qué escriben poesía—digan humildemente que para figurar e impresionar, para alimentar el insaciable apetito de sus egos. Ahora los dejo porque estoy demasiado ocupado en organizar mi propio festival.
Escritor y poeta Fernando Hernández Vélez (Colombia)
Publicado por la revista La Urraka
LIBRO
Nadim Marmolejo Sevilla. Periodista y escritor colombiano (Palmito, Sucre, 1965)
Publicado por la revista La Urraka
SE FUE
Debo mucho
a quienes no amo.
El alivio con que acepto
que son más queridos por otro.
La alegría de no ser yo
el lobo de sus ovejas.
Estoy en paz con ellos
y en libertad con ellos,
yeso el amor ni puede darlo
ni sabe tomarlo.
No los espero
en un ir y venir de la ventana a la puerta.
Paciente
casi como un reloj de sol
entiendo
lo que el amor no entiende;
perdono
lo que el amor jamás perdonaría.
Desde el encuentro hasta la carta
no pasa una eternidad,
sino simplemente unos días o semanas.
Los viajes con ellos siempre son un éxito,
los conciertos son escuchados,
las catedrales visitadas,
los paisajes nítidos.
Y cuando nos separan
lejanos países
son países
bien conocidos en los mapas.
Es gracias a ellos
que yo vivo en tres dimensiones,
en un espacio no-lírico y no-retórico,
con un horizonte real por lo móvil.
Ni siquiera imaginan
cuánto hay en sus manos vacías.
"No les debo nada",
diría el amor
sobre este tema abierto.
Publicado por la revista La Urraka
4 DE MARZO DE 1983...
A Maydoll Morales
Por soportarme.
Debía nacer un genio; pero dios quiso nombrar la ausencia.
Yo que fui juzgada desde niña por no querer jugar,
yo que aposté a Jesús Cristo y perdí la fe,
que soy perseguida, que llevo demasiados demonios
para mi estatura, que aborrezco más que nada existir.
Yo que fui o que soy, o no me importa...
Yo que compro boletos y despedidas, gané el
concurso soledad y no tengo más currículum que este:
……………………………………………………………………
Yo que creo en las palabras, que necesito escribir
para salvarme, que me rompo y no creo en el silencio,
yo que creo que me rompo en el silencio.
Yo que no quise nombre y apellidos, que odio las fechas,
quise olvidar, pero las sílabas me violan la memoria y
no tengo nada más que lo que escribo.
Soñé un día que me ahogaba y desperté
más tarde con un lápiz.
Yo que no se que decir…
Estoy aquí escribiendo para que me salven,
o escribo tal vez para salvarlos.
4 de Marzo de 1983… debía nacer un genio,
pero era imprescindible nombrar a dios como la ausencia.
Del libro A las misma hora... de MAYDOLL MORALES PÉREZ -Cuba-
Por soportarme.
Debía nacer un genio; pero dios quiso nombrar la ausencia.
Yo que fui juzgada desde niña por no querer jugar,
yo que aposté a Jesús Cristo y perdí la fe,
que soy perseguida, que llevo demasiados demonios
para mi estatura, que aborrezco más que nada existir.
Yo que fui o que soy, o no me importa...
Yo que compro boletos y despedidas, gané el
concurso soledad y no tengo más currículum que este:
……………………………………………………………………
Yo que creo en las palabras, que necesito escribir
para salvarme, que me rompo y no creo en el silencio,
yo que creo que me rompo en el silencio.
Yo que no quise nombre y apellidos, que odio las fechas,
quise olvidar, pero las sílabas me violan la memoria y
no tengo nada más que lo que escribo.
Soñé un día que me ahogaba y desperté
más tarde con un lápiz.
Yo que no se que decir…
Estoy aquí escribiendo para que me salven,
o escribo tal vez para salvarlos.
4 de Marzo de 1983… debía nacer un genio,
pero era imprescindible nombrar a dios como la ausencia.
Del libro A las misma hora... de MAYDOLL MORALES PÉREZ -Cuba-
EL ORGANO EN MÉXICO
Por Juan Cervera Sanchís
En la historia de la Música en México, de Gabriel Saldívar,
leemos:
“La Iglesia necesitaba para su culto especialmente el órgano,
como vimos de la disposición conciliar, y vimos también que
los indios no los construían, aunque ayudaban a hacer todas las
piezas, encargándose de armarlas los organistas españoles.”
Y añade e historiador:
“De los del siglo XVI y la mayor parte del XVII no tenemos
noticias sino hasta fines de éste, en que llegó Tiburcio Sanz.”
Así pues, si nos apegamos estrictamente a la historia, debemos
Reconocer en el citado personaje el primero de que se tiene
memoria que instaló un órgano en México. Ese órgano fue
nada menos que el de la Catedral Metropitana.
Tiburcio Sanz procedía de Zelda, Aragón. Era hijo de Juan
Izaguerri y María de Sanz. Curiosamente no usaba el
apellido paterno. Era de oficio carpintero. Se especializó en
la construcción de órganos con un maestro catalán del que se
ignora su nombre. Resulto Tiburcio un discípulo excelente.
Posteriormente trabajó en Málaga, sur de España, con el
escultor Francisco de Nieva y el ensamblador Jerónimo Gómez,
construyendo órganos en un taller que estuvo en la calle
Granada de la citada ciudad andaluza.
De ahí decidió trasladarse a la capital del reino, Madrid, donde
trabajó con un tío suyo que era un reconocido constructor de
órganos.
Fue así que se perfeccionó en tan exigente y muy preciada
profesión, particularmente en aquellos tiempos, por lo que fue
requerido por las más altas autoridades religiosas de la Nueva
España.
No dudó Tiburcio Sanz en viajar hacia la capital del virreinato
Llegó a Veracruz el mes de octubre de 1692. Su principal
misión era instalar el órgano de la Catedral de México. Tan
importante trabajo lo realizó con la ayuda de su hermano Félix,
quien lo acompañó en su viaje, y que también era un muy buen
maestro en la construcción de órganos.
Durante tres años trabajaron en la capital del virreinato.
En 1895, Tiburcio, ignoramos si su hermano lo acompañó,
aunque suponemos que sí, se trasladó a Puebla de los Ángeles.
Era un hombre de cuarenta y tres años de edad. Ahí ocupó
la plaza de organista de la catedral poblana.
Sabemos que, además de su hermano Félix, en la instalación
del órgano en la Catedral Metropolitana colaboró también
con Tiburcio Juan de Rojas. Fue precisamente éste quien
construyó la caja del órgano y la espléndida sillería del coro.
En el siglo XVIII destacó en México otro no menos importante
constructor: José Nazarrete, quien por cierto construyó el
impresionante y célebre órgano grande de la catedral de la
ciudad de Guadalajara. La noticia de su construcción fue
publicada, dada su importancia, en las páginas de la Gaceta
de México. Ahí podemos leer lo siguiente:
“Ya ha hecho entrega el maestro Joseph Nazarrete del famoso
órgano grande de la santa iglesia Catedral que finalizó
este año con general honorífica aprobación de ocho de
los más científicos sujetos en la facultad, de quienes ha
merecido muchos y merecidos aplausos.”
Así se escribía entonces. La profusa nota continuaba:
“Ha tenido de costo más de veinte mil pesos y se compone
de una muy lucida caja de dos fachadas de finas e incorruptibles
maderas, que con sus remates toca en el medio punto; proporciona
secreto de menos de tres varas de longitud y dos de latitud, en
que artificiosamente están distribuidos cuarenta y siete canales
cerrados con otras tantas supapas, y sus fuelles correspondientes
con que sin desperdicio de viento, ministran el necesario
para 2226 flautas.”
Junto con José Nazarrete, destacó también en Guadalajara,
allá por el año de 1733, Clemente Dávila.
En Durango, organista mayor de su catedral, adquirió mucha
fama en aquel tiempo Mariano Placeres, curioso apellido,
quien asociado con Miguel Careaga, construyó, además, un
piano que fue descrito de esta manera por una pluma de la
época:
“El piano construido por Placeres y Careaga es de muy
dulces y agradables voces.”
Ya en las postrimerías del virreinato tenemos noticias
de nuevos órganos construidos por Narciso Durán.
Queremos recordar, según testimonian los historiadores de los
instrumentos musicales, que el órgano fue inventado por
Ktsbio sobre el año 300 antes de nuestra era, aunque en la
Biblia se atribuye su invención a Jubal.
Se cree que el órgano que tocaba Nerón era el descrito por
Vitrubio con varios registros.
Tras invadir los bárbaros Europa el órgano desapareció de
ella y se refugió en Bizancio. Más tarde busco asilo en
Constantinopla.
Gracias a un regalo de Constantino de Bizancio a Pepín el
Breve retornó de nueva cuenta a Occidente. El año 812
vuelve a desaparecer a causa de un terremoto que desoló
el continente, reapareciendo en el 826 a petición del rey
Ludovico Pío que encarga a un fraile veneciano la construcción
de uno. El año 872 el Papa Juan VIII lo introduce en las iglesias,
antes era de uso profano.
Durante el periodo barroco, el órgano, alcanza un deslumbrante
esplendor. Surgen grandes compositores e intérpretes del
mismo, como Frescobaldi, autor de la obra “Fiori musicali”.
Beethoven lo ignoró, no así Mozart y Haydn, que compusieron algunas
sonatas para dicho instrumento.
Durante el romanticismo Mendelssohn y Brahms también componen
obras notables.
Ya a mediados del siglo XX el órgano entra en el reino de
de las bandas sonoras de cine y anuncios comerciales.
Un ejemplo de ello son las piezas actuales de órgano compuestas
por Hans Zimmer para la película “Piratas del Caribe”.
Asimismo, el órgano, entra en los videojuegos y, por ende, en el
ámbito de la Internet, hechos de nuestra actualidad que jamás
nunca hubieran podido imaginar aquellos constructores de
órganos de la Nueva España:
Tiburcio Sanz, Juan de Rojas, José Nazarrete, Narciso Durán,
Clemente Dávila, Mario Placeres y Miguel Careaga, que con
admiración y respeto seguimos recordando.
En la historia de la Música en México, de Gabriel Saldívar,
leemos:
“La Iglesia necesitaba para su culto especialmente el órgano,
como vimos de la disposición conciliar, y vimos también que
los indios no los construían, aunque ayudaban a hacer todas las
piezas, encargándose de armarlas los organistas españoles.”
Y añade e historiador:
“De los del siglo XVI y la mayor parte del XVII no tenemos
noticias sino hasta fines de éste, en que llegó Tiburcio Sanz.”
Así pues, si nos apegamos estrictamente a la historia, debemos
Reconocer en el citado personaje el primero de que se tiene
memoria que instaló un órgano en México. Ese órgano fue
nada menos que el de la Catedral Metropitana.
Tiburcio Sanz procedía de Zelda, Aragón. Era hijo de Juan
Izaguerri y María de Sanz. Curiosamente no usaba el
apellido paterno. Era de oficio carpintero. Se especializó en
la construcción de órganos con un maestro catalán del que se
ignora su nombre. Resulto Tiburcio un discípulo excelente.
Posteriormente trabajó en Málaga, sur de España, con el
escultor Francisco de Nieva y el ensamblador Jerónimo Gómez,
construyendo órganos en un taller que estuvo en la calle
Granada de la citada ciudad andaluza.
De ahí decidió trasladarse a la capital del reino, Madrid, donde
trabajó con un tío suyo que era un reconocido constructor de
órganos.
Fue así que se perfeccionó en tan exigente y muy preciada
profesión, particularmente en aquellos tiempos, por lo que fue
requerido por las más altas autoridades religiosas de la Nueva
España.
No dudó Tiburcio Sanz en viajar hacia la capital del virreinato
Llegó a Veracruz el mes de octubre de 1692. Su principal
misión era instalar el órgano de la Catedral de México. Tan
importante trabajo lo realizó con la ayuda de su hermano Félix,
quien lo acompañó en su viaje, y que también era un muy buen
maestro en la construcción de órganos.
Durante tres años trabajaron en la capital del virreinato.
En 1895, Tiburcio, ignoramos si su hermano lo acompañó,
aunque suponemos que sí, se trasladó a Puebla de los Ángeles.
Era un hombre de cuarenta y tres años de edad. Ahí ocupó
la plaza de organista de la catedral poblana.
Sabemos que, además de su hermano Félix, en la instalación
del órgano en la Catedral Metropolitana colaboró también
con Tiburcio Juan de Rojas. Fue precisamente éste quien
construyó la caja del órgano y la espléndida sillería del coro.
En el siglo XVIII destacó en México otro no menos importante
constructor: José Nazarrete, quien por cierto construyó el
impresionante y célebre órgano grande de la catedral de la
ciudad de Guadalajara. La noticia de su construcción fue
publicada, dada su importancia, en las páginas de la Gaceta
de México. Ahí podemos leer lo siguiente:
“Ya ha hecho entrega el maestro Joseph Nazarrete del famoso
órgano grande de la santa iglesia Catedral que finalizó
este año con general honorífica aprobación de ocho de
los más científicos sujetos en la facultad, de quienes ha
merecido muchos y merecidos aplausos.”
Así se escribía entonces. La profusa nota continuaba:
“Ha tenido de costo más de veinte mil pesos y se compone
de una muy lucida caja de dos fachadas de finas e incorruptibles
maderas, que con sus remates toca en el medio punto; proporciona
secreto de menos de tres varas de longitud y dos de latitud, en
que artificiosamente están distribuidos cuarenta y siete canales
cerrados con otras tantas supapas, y sus fuelles correspondientes
con que sin desperdicio de viento, ministran el necesario
para 2226 flautas.”
Junto con José Nazarrete, destacó también en Guadalajara,
allá por el año de 1733, Clemente Dávila.
En Durango, organista mayor de su catedral, adquirió mucha
fama en aquel tiempo Mariano Placeres, curioso apellido,
quien asociado con Miguel Careaga, construyó, además, un
piano que fue descrito de esta manera por una pluma de la
época:
“El piano construido por Placeres y Careaga es de muy
dulces y agradables voces.”
Ya en las postrimerías del virreinato tenemos noticias
de nuevos órganos construidos por Narciso Durán.
Queremos recordar, según testimonian los historiadores de los
instrumentos musicales, que el órgano fue inventado por
Ktsbio sobre el año 300 antes de nuestra era, aunque en la
Biblia se atribuye su invención a Jubal.
Se cree que el órgano que tocaba Nerón era el descrito por
Vitrubio con varios registros.
Tras invadir los bárbaros Europa el órgano desapareció de
ella y se refugió en Bizancio. Más tarde busco asilo en
Constantinopla.
Gracias a un regalo de Constantino de Bizancio a Pepín el
Breve retornó de nueva cuenta a Occidente. El año 812
vuelve a desaparecer a causa de un terremoto que desoló
el continente, reapareciendo en el 826 a petición del rey
Ludovico Pío que encarga a un fraile veneciano la construcción
de uno. El año 872 el Papa Juan VIII lo introduce en las iglesias,
antes era de uso profano.
Durante el periodo barroco, el órgano, alcanza un deslumbrante
esplendor. Surgen grandes compositores e intérpretes del
mismo, como Frescobaldi, autor de la obra “Fiori musicali”.
Beethoven lo ignoró, no así Mozart y Haydn, que compusieron algunas
sonatas para dicho instrumento.
Durante el romanticismo Mendelssohn y Brahms también componen
obras notables.
Ya a mediados del siglo XX el órgano entra en el reino de
de las bandas sonoras de cine y anuncios comerciales.
Un ejemplo de ello son las piezas actuales de órgano compuestas
por Hans Zimmer para la película “Piratas del Caribe”.
Asimismo, el órgano, entra en los videojuegos y, por ende, en el
ámbito de la Internet, hechos de nuestra actualidad que jamás
nunca hubieran podido imaginar aquellos constructores de
órganos de la Nueva España:
Tiburcio Sanz, Juan de Rojas, José Nazarrete, Narciso Durán,
Clemente Dávila, Mario Placeres y Miguel Careaga, que con
admiración y respeto seguimos recordando.
GUERRA EN ESPAÑA, DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Para los seguidores de la inacabable y rica obra completa, tanto en verso como en prosa, de Juan Ramón Jiménez el final de 2009 nos dejó un inmenso y agradecido regalo, la edición total de su libro Guerra en España
Francisco Vélez Nieto
“Siempre he pensado, que Juan Ramón Jiménez, en España o fuera de España, allí donde se encontrase, estaría con nosotros, con los amantes del pueblo español, del lado de nuestra gloriosa República. Y deseaba- porque nunca faltan malsines que gustan de enturbiar la opinión sobre la conducta de los excelentes- que esta convicción mía ganase la conciencia de todos”.
Antonio Machado, (Valencia, 12 de septiembre de 1937)
Obra imprescindible del poeta de Moguer, auque ya desde 1985 era posible deleitarse con una primera edición -involuntariamente incompleta por muy diversas razones-, que corrió a cargo del inolvidable Ángel Crespo (1926-1995). Poeta, profesor, ensayista, traductor de Dante y Pessoa, entre otros, crítico de arte y buen conocedor de la vida y obra del inmenso e inabarcable en su totalidad poeta y prosista andaluz Juan Ramón.
Y por su valor e importancia, por ser tan necesaria como imprescindible, debemos propagar que esta rica y crítica obra, por su actualidad perenne, para quienes deseen conocer con absoluta claridad, secuencias con rigor histórico de los complejos tan conmovedores como dramáticos años de la II República, la contienda civil y el exilio español. Que ahora cuando se ofrece en bandeja libre de toda censura. Para ello, ha tenido que transcurrir como medio siglo con muchos y diferentes entresijos políticos y sociales, culpables de esta laguna documental e histórica que esta Guerra en España portaba consigo. Porque que parece no cesar esa nostalgia de muchos de tirar al monte, a falsear la historia del siglo XX, tal vez, porque en el fondo saben que son culpables de que este pueblo no sea de una vez transparente con su historia. Gente siempre dispuesta a helar el corazón de los españolitos que van llegando a estos pagos. Esa son las razones pese a vivir ya España con la joven democracia de nuevo amenazada con unas Reformas que aterrorizan.
Algo que en absoluto resta el reconocimiento y responsabilidad de aquella que con valentía y compromiso inició Ángel Crespo primera edición en 1985 de tan necesaria obra. Reconocimiento que ahora se viene cumpliendo con esta excelente revisión y ampliada edición a cargo de Soledad González Ródenas editada por la Editorial sevillana Point de Lunettes. Fortuna y acierto, gozo y tristeza, leer una obra que no solamente eleva la altura del gran poeta, pues también al mismo tiempo derrumba tópicos y reduce el enrevesado y a veces chistoso anecdotario que tanto continúa desfigurando la personalidad, complicada, si, pero de intelectual y fidelidad insobornable de este andaluz universal a una causa que asumió como suya propia. La de su amada patria y muy especialmente su Andalucía sin fronteras
Como muy bien advertía Ángel Crespo en su primera edición “el libro tiene por su naturaleza un valor histórico y literario que lo hace distinto al resto de su obra, tan fuertemente impregnada de un lirismo atemporal y trascendente que, por decidida voluntad del autor, separó de manera neta la poesía de las circunstancias sociales y políticas del momento” Gran certeza y compromiso que, al mismo tiempo sitúa en el justo espacio aquello que por rigurosidad histórica y valor literario le corresponde a tan enorme y exigente creador de verso y prosa. Un español, que desde lejos de la patria defendió a la II República y los valores de la libertad con integridad y compromiso ideológico fiel al Gobierno de Azaña y a sus propias creencias, siempre desde la insobornable visión crítica independiente, cuya dimensión despierta admiración emocional a medida que se va midiendo la altura de su claridad de contenido, ese especial protagonismo de un poeta y prosista de precisa sencillez de mundos y paisajes.
Señala Andrés Trapiello que nos encontramos ante “la gran novela de la Guerra Civil española” Si no fuese porque todo el libro es demasiado verdadero: el miedo, la indignidad de muchos intelectuales”, y me permito sumar a estas opiniones, que también es una sólida y aplastante obra demoledora de falsas historias. Un modelo de lo que de verdad debe de ser el compromiso político –sin partido- e intelectual de todo creador. Y es que ciertamente su contenido es rico y diverso, magistralmente testimonio de realidades, de espacios vividos de un incansable observador. Resultando imprescindible sumergirse en ese siglo XX con más lutos que alegrías...
Sensitiva vivencia que pese al tiempo transcurrido desde el comienzo de su escritura y recopilación de hechos perfectamente expuestos a partir de 1936 hasta su fallecimiento en Puerto Rico, cuando soñaba con su regreso a España envuelto en le dolor y el llanto por la ausencia de Zenobia, mantiene la cordura y frescor palpitante con impresionante claridad, verdad de una conducta moral intachable a la vez peculiar, paralela al dolor que supuso aquella tragedia nacional y mundial, plagada de oscuridad, falsedades y también la nebulosa patriotería entre muchos. Actitudes vividas, vencido por los años sin lograr al final de su andadura de andaluz latente y errante, volver a contemplar el azul de los cielos de Moguer. Una obra que deshace anécdotas y dimes y diretes que no terminan de sucederse, alargándose en la inacabable posguerra; torrentera y polémica, escalada repetitiva de tópicos, que han venido desfigurando la auténtica personalidad del muy difícil y a la vez sencilla Juan Ramón Jiménez. El poeta del nostálgico y doloroso destierro húmedo de ausencia del Sur
Abrumadora obra divida en diversas partes que van sucediéndose como una novela de realidades que abarca el agitado capítulo de la historia de España en la II República, la trágica Guerra Civil, el exilio y los exiliados, las discrepancias y a veces duros enfrenamientos dialécticos, por esa vivencia a favor de un país libre y democrático, apostando por la transformación social y cultural, siendo muchos, los mejores, los que apostaron por idéntica basa. Un libro clásico y perdurable, de hoja perenne, que se abre con un prólogo del poeta de España, Antonio Machado, y se cierra con el dolor del exilio, la vejez, la pérdida de Zenobia. “No me sería posible vivir en España” Constancia y suma de un contenido con multitud de muestras y fragmentos de vidas rotas, vivencias y dolor por una tierra amada, el latir tan cerca y tan lejos de su Andalucía, siempre soñada y deseada desde la angustiosa soledad de la derrota. Sin por ello perder el estilo, la separación de lo político y lo poético. La defensa de la verdadera poesía de quien fue y es el mejor poeta de España.
Francisco Vélez Nieto
“Siempre he pensado, que Juan Ramón Jiménez, en España o fuera de España, allí donde se encontrase, estaría con nosotros, con los amantes del pueblo español, del lado de nuestra gloriosa República. Y deseaba- porque nunca faltan malsines que gustan de enturbiar la opinión sobre la conducta de los excelentes- que esta convicción mía ganase la conciencia de todos”.
Antonio Machado, (Valencia, 12 de septiembre de 1937)
Obra imprescindible del poeta de Moguer, auque ya desde 1985 era posible deleitarse con una primera edición -involuntariamente incompleta por muy diversas razones-, que corrió a cargo del inolvidable Ángel Crespo (1926-1995). Poeta, profesor, ensayista, traductor de Dante y Pessoa, entre otros, crítico de arte y buen conocedor de la vida y obra del inmenso e inabarcable en su totalidad poeta y prosista andaluz Juan Ramón.
Y por su valor e importancia, por ser tan necesaria como imprescindible, debemos propagar que esta rica y crítica obra, por su actualidad perenne, para quienes deseen conocer con absoluta claridad, secuencias con rigor histórico de los complejos tan conmovedores como dramáticos años de la II República, la contienda civil y el exilio español. Que ahora cuando se ofrece en bandeja libre de toda censura. Para ello, ha tenido que transcurrir como medio siglo con muchos y diferentes entresijos políticos y sociales, culpables de esta laguna documental e histórica que esta Guerra en España portaba consigo. Porque que parece no cesar esa nostalgia de muchos de tirar al monte, a falsear la historia del siglo XX, tal vez, porque en el fondo saben que son culpables de que este pueblo no sea de una vez transparente con su historia. Gente siempre dispuesta a helar el corazón de los españolitos que van llegando a estos pagos. Esa son las razones pese a vivir ya España con la joven democracia de nuevo amenazada con unas Reformas que aterrorizan.
Algo que en absoluto resta el reconocimiento y responsabilidad de aquella que con valentía y compromiso inició Ángel Crespo primera edición en 1985 de tan necesaria obra. Reconocimiento que ahora se viene cumpliendo con esta excelente revisión y ampliada edición a cargo de Soledad González Ródenas editada por la Editorial sevillana Point de Lunettes. Fortuna y acierto, gozo y tristeza, leer una obra que no solamente eleva la altura del gran poeta, pues también al mismo tiempo derrumba tópicos y reduce el enrevesado y a veces chistoso anecdotario que tanto continúa desfigurando la personalidad, complicada, si, pero de intelectual y fidelidad insobornable de este andaluz universal a una causa que asumió como suya propia. La de su amada patria y muy especialmente su Andalucía sin fronteras
Como muy bien advertía Ángel Crespo en su primera edición “el libro tiene por su naturaleza un valor histórico y literario que lo hace distinto al resto de su obra, tan fuertemente impregnada de un lirismo atemporal y trascendente que, por decidida voluntad del autor, separó de manera neta la poesía de las circunstancias sociales y políticas del momento” Gran certeza y compromiso que, al mismo tiempo sitúa en el justo espacio aquello que por rigurosidad histórica y valor literario le corresponde a tan enorme y exigente creador de verso y prosa. Un español, que desde lejos de la patria defendió a la II República y los valores de la libertad con integridad y compromiso ideológico fiel al Gobierno de Azaña y a sus propias creencias, siempre desde la insobornable visión crítica independiente, cuya dimensión despierta admiración emocional a medida que se va midiendo la altura de su claridad de contenido, ese especial protagonismo de un poeta y prosista de precisa sencillez de mundos y paisajes.
Señala Andrés Trapiello que nos encontramos ante “la gran novela de la Guerra Civil española” Si no fuese porque todo el libro es demasiado verdadero: el miedo, la indignidad de muchos intelectuales”, y me permito sumar a estas opiniones, que también es una sólida y aplastante obra demoledora de falsas historias. Un modelo de lo que de verdad debe de ser el compromiso político –sin partido- e intelectual de todo creador. Y es que ciertamente su contenido es rico y diverso, magistralmente testimonio de realidades, de espacios vividos de un incansable observador. Resultando imprescindible sumergirse en ese siglo XX con más lutos que alegrías...
Sensitiva vivencia que pese al tiempo transcurrido desde el comienzo de su escritura y recopilación de hechos perfectamente expuestos a partir de 1936 hasta su fallecimiento en Puerto Rico, cuando soñaba con su regreso a España envuelto en le dolor y el llanto por la ausencia de Zenobia, mantiene la cordura y frescor palpitante con impresionante claridad, verdad de una conducta moral intachable a la vez peculiar, paralela al dolor que supuso aquella tragedia nacional y mundial, plagada de oscuridad, falsedades y también la nebulosa patriotería entre muchos. Actitudes vividas, vencido por los años sin lograr al final de su andadura de andaluz latente y errante, volver a contemplar el azul de los cielos de Moguer. Una obra que deshace anécdotas y dimes y diretes que no terminan de sucederse, alargándose en la inacabable posguerra; torrentera y polémica, escalada repetitiva de tópicos, que han venido desfigurando la auténtica personalidad del muy difícil y a la vez sencilla Juan Ramón Jiménez. El poeta del nostálgico y doloroso destierro húmedo de ausencia del Sur
Abrumadora obra divida en diversas partes que van sucediéndose como una novela de realidades que abarca el agitado capítulo de la historia de España en la II República, la trágica Guerra Civil, el exilio y los exiliados, las discrepancias y a veces duros enfrenamientos dialécticos, por esa vivencia a favor de un país libre y democrático, apostando por la transformación social y cultural, siendo muchos, los mejores, los que apostaron por idéntica basa. Un libro clásico y perdurable, de hoja perenne, que se abre con un prólogo del poeta de España, Antonio Machado, y se cierra con el dolor del exilio, la vejez, la pérdida de Zenobia. “No me sería posible vivir en España” Constancia y suma de un contenido con multitud de muestras y fragmentos de vidas rotas, vivencias y dolor por una tierra amada, el latir tan cerca y tan lejos de su Andalucía, siempre soñada y deseada desde la angustiosa soledad de la derrota. Sin por ello perder el estilo, la separación de lo político y lo poético. La defensa de la verdadera poesía de quien fue y es el mejor poeta de España.
PRESENTACIÓN LIBRO
El pasado miércoles tuve la ocasión y el placer de realizar la presentación en la feria del libro de Granada, del libro de Manuel Guerrero Cabrera, "Loco afán".
Loco afán como un libro sobre el amor, la muerte y la “locura” que es la vida. Como dice el prólogo Antonio Llamas, son poemas que oscilan “entre las sombras y la esperanza”. Con influencias de Darío, Juan Ramón, Luis Alberto de Cuenca, Miguel Hernández, y Machado y Neruda. Poesía con versos cortos, afilados como dagas, que se clavan en el corazón y en el alma, pero que no nos matan sino que nos reviven
Trata los eternos temas de la muerte, el amor y la vida, en su sentido más amplio.
Nos encontramos, pues, ante un libro de poemas que hay que leer despacio, para disfrutarlo plenamente. “Loco Afán” es un magnífico ejemplo de la poesía de hoy en día: actual, directa, repleta de imágenes pero sin recargar su estilo. Además, y esto es lo más reseñable: en este libro encontramos en toda su esencia a Manuel Guerrero Cabrera, con sus defectos y sus virtudes, sus anhelos y sus derrotas. Merece la pena hacer un hueco en nuestras casas para dejar entrar los versos de este poeta cordobés.
Publicado por Francisco J. Segovia -Granada-
Loco afán como un libro sobre el amor, la muerte y la “locura” que es la vida. Como dice el prólogo Antonio Llamas, son poemas que oscilan “entre las sombras y la esperanza”. Con influencias de Darío, Juan Ramón, Luis Alberto de Cuenca, Miguel Hernández, y Machado y Neruda. Poesía con versos cortos, afilados como dagas, que se clavan en el corazón y en el alma, pero que no nos matan sino que nos reviven
Trata los eternos temas de la muerte, el amor y la vida, en su sentido más amplio.
Nos encontramos, pues, ante un libro de poemas que hay que leer despacio, para disfrutarlo plenamente. “Loco Afán” es un magnífico ejemplo de la poesía de hoy en día: actual, directa, repleta de imágenes pero sin recargar su estilo. Además, y esto es lo más reseñable: en este libro encontramos en toda su esencia a Manuel Guerrero Cabrera, con sus defectos y sus virtudes, sus anhelos y sus derrotas. Merece la pena hacer un hueco en nuestras casas para dejar entrar los versos de este poeta cordobés.
Publicado por Francisco J. Segovia -Granada-
VAQUEROS
Los pantalones vaqueros.
Los vaqueros.
Sí.
Esos trozos de tela
cortados,
tallados,
cosidos,
lavados a la piedra,
secados,
planchados,
empaquetados,
probados,
comprados,
vestidos,
mirados.
Mirados
con ojos lascivos,
sátiros,
carnales,
lujuriosos,
henchidos.
Con ojos de cordero degollado.
Sí.
Los vaqueros.
Los pantalones vaqueros.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
Los vaqueros.
Sí.
Esos trozos de tela
cortados,
tallados,
cosidos,
lavados a la piedra,
secados,
planchados,
empaquetados,
probados,
comprados,
vestidos,
mirados.
Mirados
con ojos lascivos,
sátiros,
carnales,
lujuriosos,
henchidos.
Con ojos de cordero degollado.
Sí.
Los vaqueros.
Los pantalones vaqueros.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
PATPONG ROAD
PATPONG ROAD (La Página Ediciones, 2012)
La última novela de José Luis Muñoz
“René Lodosa es un escritor con un aura de maldito. Junto a Claire, su exuberante esposa francesa, a la que está unido en un matrimonio nada convencional, emprende un viaje a Tailandia. Ahí descubrirán ambos el barrio rojo de Bangkok, el caótico y sensual Patpong Road, en donde miles de prostitutas se emplean en proporcionar placer a los extranjeros que acuden a la ciudad seducidos por sus cantos de sirena.
José Luis Muñoz explora en esta novela erótica, dura y políticamente incorrecta el lado oscuro de la personalidad humana, con sus contradicciones morales y sus apetitos desmesurados”
A medio camino entre la explicitud sexual de Henry Miller y el cinismo de Michael Houelebecq en Patpong Road se produce una lucha encarnizada entre carnalidad y raciocinio en la que el protagonista se deja vencer por la primera. Sexo y deseo, como contrapartida a la muerte, cabalgan a lo largo de las páginas de esta novela brutal y sin concesiones al lector, un imperio de los sentidos literario que se mueve por los escenarios de una de las ciudades más vivas y fascinantes del planeta: Bangkok.
La última novela de José Luis Muñoz
“René Lodosa es un escritor con un aura de maldito. Junto a Claire, su exuberante esposa francesa, a la que está unido en un matrimonio nada convencional, emprende un viaje a Tailandia. Ahí descubrirán ambos el barrio rojo de Bangkok, el caótico y sensual Patpong Road, en donde miles de prostitutas se emplean en proporcionar placer a los extranjeros que acuden a la ciudad seducidos por sus cantos de sirena.
José Luis Muñoz explora en esta novela erótica, dura y políticamente incorrecta el lado oscuro de la personalidad humana, con sus contradicciones morales y sus apetitos desmesurados”
A medio camino entre la explicitud sexual de Henry Miller y el cinismo de Michael Houelebecq en Patpong Road se produce una lucha encarnizada entre carnalidad y raciocinio en la que el protagonista se deja vencer por la primera. Sexo y deseo, como contrapartida a la muerte, cabalgan a lo largo de las páginas de esta novela brutal y sin concesiones al lector, un imperio de los sentidos literario que se mueve por los escenarios de una de las ciudades más vivas y fascinantes del planeta: Bangkok.
TOREADOR
Hacia Rodrigo Santos
Showman
Quisiera como tus caballos
bailar con estas palabras,
toreador a la grupa,
jinete azul y blanco,
cautivador de las masas,
valiente, saleroso,
capaz de llevar las astas
como un timón fija el rumbo
a la cola del caballo,
irguiéndote a la proa
cual capitán en su barco
sin perder de vista la bravura
de olas que baten constantes
a estribor y babor de los flancos.
Como el mejor arponero
incas, doblando tu cuerpo
con precisión temeraria
ese rejón de muerte
hasta dejar sobre arena
la furia enardecida
buscando querencia
como el mar busca la playa.
Pisando puerto seguro
donde se ata tu afán
allí se queda tu ancla.
Mayte Andrade -Benicarló/Castellón-
De mi libro “Querencias Taurinas” ed. 2001
SOLO A VECES
A veces mirandote,
...me elevo hasta tus ojos,
y devoro tu carne,
-mirandote-
y recorro tus venas,
y acaricio tus labios,
-mirandote-
A veces,
...solamente mirandote,
encuentro en ti,
-un mar de encantos-
y me sumerjo en sus aguas,
-mirandote-
A veces mirandote,
solo a veces,
...amor
me pierdo entre tus brazos
y aparezco en tu pecho,
MIRANDOTE.
LAZARA NACY DÍAZ
...me elevo hasta tus ojos,
y devoro tu carne,
-mirandote-
y recorro tus venas,
y acaricio tus labios,
-mirandote-
A veces,
...solamente mirandote,
encuentro en ti,
-un mar de encantos-
y me sumerjo en sus aguas,
-mirandote-
A veces mirandote,
solo a veces,
...amor
me pierdo entre tus brazos
y aparezco en tu pecho,
MIRANDOTE.
LAZARA NACY DÍAZ
sábado, 28 de abril de 2012
INVITADO INESPERADO
Ahora el río me asalta de repente
y veo como poco a poco va creciendo
porque en ti va entrando el mar
haciéndote grande, muy grande.
Te puedes hacer más grande
que a veces te has llegado
a meter en las casas asustando
a los vecinos que han recibido a un invitado
inesperado al que nadie invitó.
Paseaste por las calles con furia
y destruiste algunas aceras
y dejaste mucho barro, mucho barro
y mucho miedo en los vecinos.
Hoy corres tranquilo y nadie diría
que fuiste capaz de recorrer las calles
y mostrar tu mal carácter
y tu enorme e imparable fuerza.
Tu nombre no importa a nadie.
La ciudad que cruzas puede ser
cualquier ciudad de nuestra Andalucía,
o tal vez de nuestra España.
JOSÉ LUIS RUBIO
y veo como poco a poco va creciendo
porque en ti va entrando el mar
haciéndote grande, muy grande.
Te puedes hacer más grande
que a veces te has llegado
a meter en las casas asustando
a los vecinos que han recibido a un invitado
inesperado al que nadie invitó.
Paseaste por las calles con furia
y destruiste algunas aceras
y dejaste mucho barro, mucho barro
y mucho miedo en los vecinos.
Hoy corres tranquilo y nadie diría
que fuiste capaz de recorrer las calles
y mostrar tu mal carácter
y tu enorme e imparable fuerza.
Tu nombre no importa a nadie.
La ciudad que cruzas puede ser
cualquier ciudad de nuestra Andalucía,
o tal vez de nuestra España.
JOSÉ LUIS RUBIO
RELOJ DE ARENA
Hoy quiero apostar a ti.
Me voy a jugar la inocencia que me queda
la última reserva de suspiros.
Conozco de tus pasos sobre el cielo
del brillo de tu piel bajo los astros.
No abundan las buenas referencias
pero ya lo he decidido.
Hoy quiero apostar a ti.
Lo arriesgaré todo al aletear de tu sonrisa
aunque la frivolidad saque de nuevo su espada
aunque tu pelo
no sea más que un torbellino de hojas de otoño
aunque mi pluma infarte de sobresaltos
y esta impoluta hoja se manche con mi nostalgia.
Así las cosas.
Hoy quiero apostar a ti.
Vengas o no sólo me resta esperarte.
MARAY NAVELO VELÁZQUEZ -Cuba-
Me voy a jugar la inocencia que me queda
la última reserva de suspiros.
Conozco de tus pasos sobre el cielo
del brillo de tu piel bajo los astros.
No abundan las buenas referencias
pero ya lo he decidido.
Hoy quiero apostar a ti.
Lo arriesgaré todo al aletear de tu sonrisa
aunque la frivolidad saque de nuevo su espada
aunque tu pelo
no sea más que un torbellino de hojas de otoño
aunque mi pluma infarte de sobresaltos
y esta impoluta hoja se manche con mi nostalgia.
Así las cosas.
Hoy quiero apostar a ti.
Vengas o no sólo me resta esperarte.
MARAY NAVELO VELÁZQUEZ -Cuba-
LABOR DE ESCRITURA
Como el águila navego en el cielo,
y mis ojos beben el mundo que arde
a lo lejos, besado por la tarde
y engalanado de profundo anhelo.
Desnudo el universo en mi ágil vuelo,
y dejando las plumas del cobarde
y el ciego parloteo del alarde,
pruebo el amor, la soledad y el hielo.
La vida viste de llanto y sonrisa,
y somos horas que en breve se fugan;
por eso con mi lápiz armo liza,
y antes de que los minutos concluyan,
hago castillos de aire que barniza
sus recuerdos para que siempre fluyan.
ABELARDO LEAL HERMÁNDEZ -Colombia-
y mis ojos beben el mundo que arde
a lo lejos, besado por la tarde
y engalanado de profundo anhelo.
Desnudo el universo en mi ágil vuelo,
y dejando las plumas del cobarde
y el ciego parloteo del alarde,
pruebo el amor, la soledad y el hielo.
La vida viste de llanto y sonrisa,
y somos horas que en breve se fugan;
por eso con mi lápiz armo liza,
y antes de que los minutos concluyan,
hago castillos de aire que barniza
sus recuerdos para que siempre fluyan.
ABELARDO LEAL HERMÁNDEZ -Colombia-
EN SUSPENSIÓN
La piel de la tarde
fría
se resquebrajaba
en poemas
de una ilegible grafía
que en unos labios cerrados
serán
la sonrisa de una oblicua
que en esferas de silencio
resbale
con fantasmales acentos
de ilusiones convertidas
en el más prosaico cuento
de una realidad torcida.
JOSÉ LUIS MARISCAL -Horcajo de Santiago (Cuenca)-
fría
se resquebrajaba
en poemas
de una ilegible grafía
que en unos labios cerrados
serán
la sonrisa de una oblicua
que en esferas de silencio
resbale
con fantasmales acentos
de ilusiones convertidas
en el más prosaico cuento
de una realidad torcida.
JOSÉ LUIS MARISCAL -Horcajo de Santiago (Cuenca)-
NUEVA RAZÓN DE VIVIR
Hasta ahora
no había luz en la vida,
pero es la hora
de avanzar
sin atrás mirar.
Ahora te he encontrado,
has encontrado
en esta coraza
externa,
con la eficacia de una lanza.
JUAN JUNQUERA BORRAZAS -Conil-
no había luz en la vida,
pero es la hora
de avanzar
sin atrás mirar.
Ahora te he encontrado,
has encontrado
en esta coraza
externa,
con la eficacia de una lanza.
JUAN JUNQUERA BORRAZAS -Conil-
CAÍDOS
En el principio creó dios los cielos y la tierra. Pero la tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas la poblaban. Y dijo dios -Sea la luz y las aguas y descúbrase lo seco-. Y llamó a lo seco Tierra y a la reunión de las aguas llamó Mares. Después dijo dios -Sea la hierba verde que dé semilla y ésta sus frutos. Sean las bestias en el Mar y en la Tierra-. Y dios los bendijo, añadiendo -Fructificad y multiplicaos-. Luego dios declaró -Hagamos a un ser a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos y en las bestias en toda la tierra-. Y creó dios al macho y a la hembra, a su imagen y semejanza los creó y por ello cubiertos de pelo los creó y capaces de aullar. Y los bendijo Dios y les dijo -Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra-. Y dios plantó un huerto en Edén, al oriente y puso allí al macho y a la hembra que había creado. Y dios les dijo -Todo animal y todo fruto del huerto podréis comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis; porque el día que de él comiereis, una maldición os perseguirá-. Y vivieron en aquel vergel, hombre y mujer, felices sin ninguna necesidad, hasta que el aburrimiento apareció y se instaló en sus mentes. Y, para calmarlo, decidieron comer los frutos del árbol prohibido, la única cosa que les quedaba por hacer. Y dios se enfureció y les dijo -¿Qué habéis hecho?-. Y respondieron -Nos aburríamos y comimos-. Y dios les dijo -Por cuanto esto hicisteis, malditos seréis por el resto de vuestras vidas-. Y los expulsó del Edén, desnudos, sin pelo que cubriera sus cuerpos. Y de macho y hembra pasaron a ser hombre y mujer. Y dejaron de aullar y de ser a imagen de dios.
Cristina Jurado (España)
Publicado en la revista digital Minatura 117
Cristina Jurado (España)
Publicado en la revista digital Minatura 117
EMOCIONES Y SENTIMIENTOS
Ve tú a otro en procura
de volcar tus emociones
Yo ya
con las mías
estoy bastante
enchastrado.
Del libro VIENE JUNTO CON de Rolando Revagliatti -Argentina-
de volcar tus emociones
Yo ya
con las mías
estoy bastante
enchastrado.
Del libro VIENE JUNTO CON de Rolando Revagliatti -Argentina-
INVOCACIÓN DE CAYO JULIO CÉSAR
Vosotros lo queréis, pero sabed que
este joven destruirá algún día la aristocracia,
porque veo en él muchos Marios.
Sila
Marchemos adonde nos llaman los signos de los
dioses y la iniquidad de los enemigos. Jacta alea est.
Cayo Julio César
No me toquen. No estoy listo
para desvestir remedos.
Soy César, a los enredos
envidiables me resisto.
Soy Flamen Dialis. Insisto
en mi dignidad romana.
Nadie se atreva, no hay gana
de tocar al vientre impuro,
aunque me acusen, perjuro
Pontifex Maximus.
II
(Sana
Júpiter en los placeres
ofrecido al sexo fácil
donde la vulva es un grácil
infierno de oscuros seres.)
¡Sacerdote soy! ¡Mujeres,
apartad la hoguera! Miento.
Hay bajo piel un violento
crimen de pasión. Oh Roma,
ya en la sangre se me asoma
la ciudad del sufrimiento.
III
De L. Cornelio Merula
me dio una hija la noche,
y en sus senos abrí el broche
caudaloso de la gula.
Ya mi pudor no simula
un santo, ni mis verdugos
hunden en la piel sus yugos…
Cornelio, el ansia es tangible
y yo soy el invisible
deudor del hambre. Mendrugos
he de guardar. Mi partida
es como un canto inminente
(la audacia es inteligente
si intuyes la fe perdida).
No he de dañarte…
IV
Mi herida
alienta a los proscriptores
que en inútiles clamores
me nombran sabio, lunático.
Parto a Grecia. Es el Adriático
mi hogar. Los ejecutores
muerden rabias, me perdonan.
Es el gobierno de Sila
el que protesta, destila
los odios que le destronan.
¿A qué hoguera me abandonan
las malas lenguas? Confieso:
soy Marios que vuelve ileso
a la ciudad, pero huye
porque Roma se construye
en el dolor de mis rezos.
Del libro Los césares perdidos de ODALYS LEYVA ROSABAL
este joven destruirá algún día la aristocracia,
porque veo en él muchos Marios.
Sila
Marchemos adonde nos llaman los signos de los
dioses y la iniquidad de los enemigos. Jacta alea est.
Cayo Julio César
No me toquen. No estoy listo
para desvestir remedos.
Soy César, a los enredos
envidiables me resisto.
Soy Flamen Dialis. Insisto
en mi dignidad romana.
Nadie se atreva, no hay gana
de tocar al vientre impuro,
aunque me acusen, perjuro
Pontifex Maximus.
II
(Sana
Júpiter en los placeres
ofrecido al sexo fácil
donde la vulva es un grácil
infierno de oscuros seres.)
¡Sacerdote soy! ¡Mujeres,
apartad la hoguera! Miento.
Hay bajo piel un violento
crimen de pasión. Oh Roma,
ya en la sangre se me asoma
la ciudad del sufrimiento.
III
De L. Cornelio Merula
me dio una hija la noche,
y en sus senos abrí el broche
caudaloso de la gula.
Ya mi pudor no simula
un santo, ni mis verdugos
hunden en la piel sus yugos…
Cornelio, el ansia es tangible
y yo soy el invisible
deudor del hambre. Mendrugos
he de guardar. Mi partida
es como un canto inminente
(la audacia es inteligente
si intuyes la fe perdida).
No he de dañarte…
IV
Mi herida
alienta a los proscriptores
que en inútiles clamores
me nombran sabio, lunático.
Parto a Grecia. Es el Adriático
mi hogar. Los ejecutores
muerden rabias, me perdonan.
Es el gobierno de Sila
el que protesta, destila
los odios que le destronan.
¿A qué hoguera me abandonan
las malas lenguas? Confieso:
soy Marios que vuelve ileso
a la ciudad, pero huye
porque Roma se construye
en el dolor de mis rezos.
Del libro Los césares perdidos de ODALYS LEYVA ROSABAL
MANO
Subo por el azul de tu vestido
como una mano de agua
que se infiltra en tus poros más secretos,
como rosario de ansias,
cuenta a cuenta, misterio por misterio,
en íntima, traviesa filigrana.
Tengo el alma de Goya, y te pincelan
mis dedos al desnudo, nueva maja
tendida sobre el lecho,
temblores en los senos, sexo en llamas.
Completo minucioso los detalles,
y a cada trazo tu mirada me habla
de raptos apremiantes
nunca manifestados, que ahora estallan.
Se han dado cita en ti las concubinas
de los serrallos de Estambul, las cálidas
cortesanas de Roma decadente,
y las hetairas de la Atenas clásica.
Mas nadie lo sabía,
sólo tú misma, tan en ti encerrada.
Hoy, desde el fondo oscuro de tus ojos,
y a través del silencio, todas claman
por el desbordamiento;
incomparable su expresión de lanzas
a punto de horadar, centelleantes,
cuerpos, mentes y almas.
Es un poema lírico,
una canción sensual, una sonata,
la mano que rastrea, y se desliza,
que avanza, se aproxima, sube y baja
de la rodilla al muslo,
de la nuca a la espalda,
de la cintura al seno,
y parece llegar a las entrañas.
Ah, tu vestido azul, ya deshojado;
nunca fuiste más tú, pura y exacta,
impúdica y sutil, sacerdotisa
y víctima a la vez, mas voluntaria.
Eres en parte lienzo y escultura,
pero eres sobre todo una avalancha.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
como una mano de agua
que se infiltra en tus poros más secretos,
como rosario de ansias,
cuenta a cuenta, misterio por misterio,
en íntima, traviesa filigrana.
Tengo el alma de Goya, y te pincelan
mis dedos al desnudo, nueva maja
tendida sobre el lecho,
temblores en los senos, sexo en llamas.
Completo minucioso los detalles,
y a cada trazo tu mirada me habla
de raptos apremiantes
nunca manifestados, que ahora estallan.
Se han dado cita en ti las concubinas
de los serrallos de Estambul, las cálidas
cortesanas de Roma decadente,
y las hetairas de la Atenas clásica.
Mas nadie lo sabía,
sólo tú misma, tan en ti encerrada.
Hoy, desde el fondo oscuro de tus ojos,
y a través del silencio, todas claman
por el desbordamiento;
incomparable su expresión de lanzas
a punto de horadar, centelleantes,
cuerpos, mentes y almas.
Es un poema lírico,
una canción sensual, una sonata,
la mano que rastrea, y se desliza,
que avanza, se aproxima, sube y baja
de la rodilla al muslo,
de la nuca a la espalda,
de la cintura al seno,
y parece llegar a las entrañas.
Ah, tu vestido azul, ya deshojado;
nunca fuiste más tú, pura y exacta,
impúdica y sutil, sacerdotisa
y víctima a la vez, mas voluntaria.
Eres en parte lienzo y escultura,
pero eres sobre todo una avalancha.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
ME DUELEN
Me duele esta canción crucificada
en el calvario de tu oído ausente;
la cantaba mi arcángel a tu paso
con rumores de brisas y de fuentes.
Me duelen estas manos sin cosecha,
que solían sembrar sobre tu vientre,
arados de diez rejas, o diez rosas,
trazando surcos, aspirando a mieses.
Me duelen estos pies que rastrearon
tus huellas por veredas que se pierden
en parajes desiertos,
donde sombra y silencio se adormecen
cansados de esperar luces y voces
que nadie expresa, que jamás se encienden.
Me duelen estos ojos que te vieron,
y te buscan hambrientos, persistentes,
entre las multitudes de las plazas,
en las calles vacías, en los trenes
que no me llevan a ninguna parte,
en bares que me ciegan y ensordecen.
Me duelen estos labios, que ahora callan
porque cuando hablan nadie los entiende,
sus palabras forjadas a oro y fuego
con un solo destino, que aún no muere.
Y me duele este sexo
que se apropió de ti, que no se aviene
a asomarse a otros muslos,
y en soledad te añora y se retuerce
con la angustia mortal de Laocoonte
estrangulado entre las dos serpientes.
Eres dolor total sobre mis miembros.
No sé nada del alma. Está en repliegue.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
en el calvario de tu oído ausente;
la cantaba mi arcángel a tu paso
con rumores de brisas y de fuentes.
Me duelen estas manos sin cosecha,
que solían sembrar sobre tu vientre,
arados de diez rejas, o diez rosas,
trazando surcos, aspirando a mieses.
Me duelen estos pies que rastrearon
tus huellas por veredas que se pierden
en parajes desiertos,
donde sombra y silencio se adormecen
cansados de esperar luces y voces
que nadie expresa, que jamás se encienden.
Me duelen estos ojos que te vieron,
y te buscan hambrientos, persistentes,
entre las multitudes de las plazas,
en las calles vacías, en los trenes
que no me llevan a ninguna parte,
en bares que me ciegan y ensordecen.
Me duelen estos labios, que ahora callan
porque cuando hablan nadie los entiende,
sus palabras forjadas a oro y fuego
con un solo destino, que aún no muere.
Y me duele este sexo
que se apropió de ti, que no se aviene
a asomarse a otros muslos,
y en soledad te añora y se retuerce
con la angustia mortal de Laocoonte
estrangulado entre las dos serpientes.
Eres dolor total sobre mis miembros.
No sé nada del alma. Está en repliegue.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
RECUERDOS
Eran tiempos de jóvenes anhelos,
de absurdas timideces, de barreras
más bien imaginarias que legítimas,
como de prolongada adolescencia
que los muchachos de hoy no reconocen,
desnudos, huérfanos de sutileza.
Bella mocita de la tez gitana,
estampa desgajada de las cuevas
del Sacromonte, relumbrón de cobre,
y con la noche bulliciosa a cuestas
en los pies, en los ojos,
en la fluctuación de las caderas.
Yo era conocedor de tantas cosas,
experto en diálogos y en estrategias,
trazador de caminos,
descifrador de huellas.
Todo en la mente, ingenuo, teorizante,
mas en ineptitud, sin experiencia.
Ella en las altas horas de la tarde
me avanzó el primer beso, abrió la puerta
y me dejó en la calle con el aire
bajo los pies, al ras de las banderas,
como ellas flameantes,
y el temblor en las piernas.
Días después se presentó en mi casa,
y hablamos, y brindamos, y en la seda
de su mirada oscura vi corceles
en ansias de galope, primaveras
a punto de explotar, requerimientos
que a silenciosos gritos se revelan.
Y ella fue al fin quien me tomó la mano,
y me condujo al lecho. La palmera
arqueaba sus brazos en el huerto,
y se asomaba a la ventana abierta.
Quizá mi vez primera, no la suya,
primer marido un punto ya en la niebla.
No hubo malabarismos ni acrobacias,
ni formularios de intrincadas técnicas;
fue simplemente humano,
mitad fervor, mitad delicadeza,
un hito permanente en la memoria,
lámpara inextinguible en mi existencia.
Se fueron deshojando calendarios,
y treinta años después cruzó mi senda.
Le mencioné el momento…,
pero no lo recuerda.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
de absurdas timideces, de barreras
más bien imaginarias que legítimas,
como de prolongada adolescencia
que los muchachos de hoy no reconocen,
desnudos, huérfanos de sutileza.
Bella mocita de la tez gitana,
estampa desgajada de las cuevas
del Sacromonte, relumbrón de cobre,
y con la noche bulliciosa a cuestas
en los pies, en los ojos,
en la fluctuación de las caderas.
Yo era conocedor de tantas cosas,
experto en diálogos y en estrategias,
trazador de caminos,
descifrador de huellas.
Todo en la mente, ingenuo, teorizante,
mas en ineptitud, sin experiencia.
Ella en las altas horas de la tarde
me avanzó el primer beso, abrió la puerta
y me dejó en la calle con el aire
bajo los pies, al ras de las banderas,
como ellas flameantes,
y el temblor en las piernas.
Días después se presentó en mi casa,
y hablamos, y brindamos, y en la seda
de su mirada oscura vi corceles
en ansias de galope, primaveras
a punto de explotar, requerimientos
que a silenciosos gritos se revelan.
Y ella fue al fin quien me tomó la mano,
y me condujo al lecho. La palmera
arqueaba sus brazos en el huerto,
y se asomaba a la ventana abierta.
Quizá mi vez primera, no la suya,
primer marido un punto ya en la niebla.
No hubo malabarismos ni acrobacias,
ni formularios de intrincadas técnicas;
fue simplemente humano,
mitad fervor, mitad delicadeza,
un hito permanente en la memoria,
lámpara inextinguible en mi existencia.
Se fueron deshojando calendarios,
y treinta años después cruzó mi senda.
Le mencioné el momento…,
pero no lo recuerda.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
TRISTESSE
La pluie
de Paul Verlaine.
La même pluie.
Et pourtant
pas la même
du tout.
(La lluvia
de Paul Verlaine,
La misma lluvia.
Y sin embargo
no es la misma lluvia.)
Escritor y poeta Jorge Dávila Vásquez (Ecuador)
Publicado en la revista La Urraka
de Paul Verlaine.
La même pluie.
Et pourtant
pas la même
du tout.
(La lluvia
de Paul Verlaine,
La misma lluvia.
Y sin embargo
no es la misma lluvia.)
Escritor y poeta Jorge Dávila Vásquez (Ecuador)
Publicado en la revista La Urraka
UNA PRIMERA RESEÑA
En Siete paraguas al sol, Manuel Cortés nos refleja las vidas de siete mujeres que tienen un origen común: Un pequeño pueblo de Castilla. A través de ellas viajamos a distintas ciudades y momentos de la historia. Madrid, Frankfurt, Buenos Aires, Kigali, New York, Bagdad. Como en una imagen proyectada en el tiempo, nos retrata en unas cuantas líneas la vida de un lugar en un momento concreto. La emigración a Alemania en los años setenta, las secuelas de la guerra de Irak, el éxodo del campo a la ciudad, los desaparecidos durante la dictadura argentina, los conflictos interétnicos en Ruanda, las dolencias de nuestro mundo en una ciudad como New York…
Con la divisa “que llueva no depende de ti; que lleves paraguas, sí”, nos abre el camino de la esperanza. No podemos cambiar ni controlar lo que acontece en nuestro camino, pero tenemos la posibilidad de elegir nuestra actitud frente a la realidad que vivimos. Manuel Cortés comparte con nosotros vivencias soñadas, pensamientos vividos, sueños pensados que nos conducen a plantearnos preguntas, a reflexionar sobre la vida y la muerte, a un viaje interior donde cada uno forja sus propias creencias en la sabiduría de aprender a vivir.
Refranes, leyendas, cuentos, proverbios nos acompañan en la lectura de Siete paraguas al sol, para trasladarnos a esos recuerdos de la infancia donde los cuentos llenaron nuestras noches de sueños y quimeras, y que todavía hoy nos ahuyentan alguna que otra soledad… Soñemos, escribe Manuel, dejemos volar nuestra imaginación, para que esos sueños se armonicen en deseos y nos ayuden a realizar lo que sí podemos hacer.
Un viaje inolvidable por las estaciones del alma. Un origen con un punto de partida, un reencuentro en el mismo lugar, donde siete paraguas se transmutan para ser el símbolo del amor y la unión. En la cercanía y en la lejanía, allá donde nos encontremos y lo que vivamos, nuestra verdadera suerte no está en lo que nos ocurre, sino en cómo lo vivimos.
La magia de la literatura es poder transmitir realidades distintas, Manuel Cortés escribe para compartir; recuerdos, sueños e ilusiones, y algún cuento alrededor de un tazón de chocolate. Y quizás un solo relato de esta novela pueda cambiar la perspectiva de vida de cada persona que lo lea, forjando una esperanza nueva que le ayude a vivir con una sonrisa. Es su deseo y lo comparto con él.
Nota: Reseña de la escritora Pilar Moros sobre el libro Siete paraguas al sol, publicada en el portal literario de la Asociación Aragonesa de Escritores.
TRASFONDO PARA DOS CAMINOS
Rostros como sepultados
en cementerios de olvido.
Farallones en bramido
profundo, crucificados.
Adolfo Martí.
Me queda en el aire un lienzo
de realidades, un ágil
andamio en tu boca frágil.
La oscuridad como intenso
tatuaje, prende un incienso
a la voz de los pasados.
Todo queda en los costados
de la muerte y en sus galas,
tu cuerpo, mis pies, las alas:
Rostros como sepultados.
Se desprende de la magia
el espacio de las dudas,
el cielo, las tierras mudas
del cadáver que me plagia.
Existir es la hemorragia
de otro tiempo en el sentido,
su curso es el repetido
pasar de las horas muertas.
Las palabras tienen puertas
en cementerios de olvido.
La sequía es el placer
de soñar con los hallazgos.
La muerte no deja rasgos
al pie del amanecer.
Gira el pensamiento, el ser
de la ausencia y el sonido.
Un animal es herido
en lo profundo del lomo:
Los cuerpos se pierden como
farallones en bramido.
Se tiende sobre una espada
la luna en este cansancio
de polvo. En un lugar rancio
omitiendo la estocada
regresa la temporada
de la lluvia, de pecados.
El órgano y los teclados
nos transforman en metal.
Los vientos son espiral
profundo, crucificados.
Del libro A la misma hora... de MAYDOLL MORALES PÉREZ -Cuba-
en cementerios de olvido.
Farallones en bramido
profundo, crucificados.
Adolfo Martí.
Me queda en el aire un lienzo
de realidades, un ágil
andamio en tu boca frágil.
La oscuridad como intenso
tatuaje, prende un incienso
a la voz de los pasados.
Todo queda en los costados
de la muerte y en sus galas,
tu cuerpo, mis pies, las alas:
Rostros como sepultados.
Se desprende de la magia
el espacio de las dudas,
el cielo, las tierras mudas
del cadáver que me plagia.
Existir es la hemorragia
de otro tiempo en el sentido,
su curso es el repetido
pasar de las horas muertas.
Las palabras tienen puertas
en cementerios de olvido.
La sequía es el placer
de soñar con los hallazgos.
La muerte no deja rasgos
al pie del amanecer.
Gira el pensamiento, el ser
de la ausencia y el sonido.
Un animal es herido
en lo profundo del lomo:
Los cuerpos se pierden como
farallones en bramido.
Se tiende sobre una espada
la luna en este cansancio
de polvo. En un lugar rancio
omitiendo la estocada
regresa la temporada
de la lluvia, de pecados.
El órgano y los teclados
nos transforman en metal.
Los vientos son espiral
profundo, crucificados.
Del libro A la misma hora... de MAYDOLL MORALES PÉREZ -Cuba-
FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS BARRO ATORMENTADO
Por Juan Cervera Sanchís -México-
El señor de la Torre de Juan Abad, hombre de adverso y envés,
entre veras y bromas, jamás pudo ocultar su obsesión: la muerte.
Y es que amaba extremadamente la vida. Él nos lo dice:
“Amando la vida con saber que es muerte.”
Quiere Francisco de Quevedo Villegas, como señala Scarpa,
“aunar la luz y la tiniebla, hacer una la vida y el morir, resolviendo
aquella íntima antinomia.” El mismo poeta expresa: “La vida
es mi prisión, y no lo creo.” Y llega a imaginar la posible libertad
allende la muerte. La vida de Quevedo es una guerra a muerte
y a toda vida en lo más hondo de su vida. No, no son juegos de
palabras, es hambre y sed de verdad, ansiedad de decirse y de
decírsenos. Los pies en la tierra, ¿la cabeza? Cielos y más
cielos. Y la muerte, tan real, o más, que la vida:
“¡Cómo de entre mis manos te resbalas!/ ¡Oh, cómo te deslizas,
edad mía!/ ¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,/ pues con
callado pie todo lo igualas!/ Feroz de tierra débil muro escalas,/
en quien lozana juventud se fía;/ mas ya mi corazón del postrer
día/ atiende el vuelo, sin mirar las alas./ ¡Oh condición mortal¡
¡Oh dura suerte!/ ¡Que no puedo querer vivir mañana,/ sin la
pensión de procurar mi muerte!/ Cualquier instante de la vida
humana/ es nueva ejecución, con que me advierte/ cuán frágil
es, cuán mísera, cuán vana.”
La condición mortal, inevitable condición y, con la muerte al
fondo, Francisco de Quevedo, maestro del verso y de la espada,
se sumerge en la vida de los hombres y busca su verdad por
y con la palabra:
“No he de callar, por más que con el dedo,/ ya tocando la boca
o ya la frente,/ silencio avises o amenaces miedo./ ¿No ha de
haber un espíritu valiente?/ ¿Siempre se ha de sentir lo que se
dice?/ ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”
Y dijo Francisco de Quevedo lo que sentía y sintió lo eso cuesta.
El secretario del duque de Osuna, por ello, conoció el destierro
y, en San Marcos de León, la oscuridad de la mazmorra. Y vio
la muerte por todas partes. Su muerte y todas las muertes. También
la de su patria:
“Miré los muros de la patria mía/ si un tiempo fuertes, ya
desmoronados,/ de la carrera de la edad cansados,/ por quien
caduca ya su valentía./ Salíme al campo; vi que el sol bebía/
los arroyos del hielo desatados;/ y del monte quejosos los
ganados,/ que con sombras hurtó su luz al día./ Entre en mi
casa; vi que, amancillada,/ de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte./ Vencida de la edad sentí
mi espada,/ y no hallé cosa en que poner los ojos/ que no fuese
recuerdo de la muerte.”
El gran Quevedo vivió siempre con el recuerdo de la muerte
acuestas. Pero, a pesar, o por ventura de esa muerte, el poeta
alentaba enormes esperanzas de amor, porque si bien la muerte
era su obsesión no lo era menos el amor y la eternidad de éste.
De tal manera que el señor de la Torre de Juan Abad canta
desde su barro atormentado así:
"Cerrar podrá mis ojos la postrera/ sombra, que me llevare
al blanco día,/ y podrá desatar esta alma mía/ hora, a su afán
ansioso lisonjera;/ mas no de esotra parte en la ribera/ dejará
la memoria en donde ardía;/ nadar sabe mi llama el agua fría,/
y perder el respeto a ley severa;/ Alma a quien todo un Dios
prisión ha sido,/ venas que humor a tanto fuego ha dado,/
médulas que han gloriosamente ardido,/ su cuerpo dejarán, no
su cuidado;/ serán ceniza, más tendrán sentido./ Polvo serán,
más polvo enamorado.”
Enamorado polvo, desde su barro atormentado, toda una
profesión fe, se sueña Quevedo, que no acepta, con palparla
tan próxima a sí, la muerte total y definitiva. Para él la muerte
es un trance, un viaje hacia zonas más altas; hacia ese polvo
enamorado y enamorante. La muerte, en fin, se salva de sí
misma por la gracia misma del amor. El maestro del conceptismo
así lo cree y así lo manifiesta:
“Si hija de mi amor mi muerte fuese,/¡que parto tan dicho no
sería/ el de mi amor contra la vida mía!/ ¡Qué gloria, que el
morir de amar naciese!/ Llevara yo en el alma, a donde fuese/
el fuego en que me abraso, y guardaría/ su llama fiel con la
ceniza fría,/en el mismo sepulcro en que durmiese./ De esotra
parte de la muerte dura,/vivirán en mi sombra mis cuidados,/
y más allá de Lete mi memoria./ Triunfará del olvido tu
hermosura,/ mi pura fe y ardiente de los hados,/ y el no ser
por amar seré mi gloria.”
El amor, la muerte; la muerte y el amor. He ahí el leitmotiv,
el hilo conductor de la poesía de Francisco de Quevedo Villegas,
que todo instante intenta el vuelo hacia las estrellas:
“A vosotras estrellas,/ alza el vuelo mi pluma temerosa,/ del
piélago de luz ricas centellas;/ lumbre que enciente triste y
dolorosa/ las exequias del difunto día.”
Quevedo es siempre un militante del humanismo. Su
humanidad desbordada, de hombre en cueros, nos estremece
y fascina, pues cuando lo quiere se transforma en el espíritu
más delicado:
“¿En un átomo de pluma,/ cómo tal concepto cabe?/ ¿Cómo
se esconde en una ave/ cuanto en contrapunto suma?/ ¡Qué
dolor hay, que presuma/ tanto mal de su rigor,/ que no
suspenda el dolor/ al iris breve, que canta,/ llena tan chica
garganta/ de orfeos y de vigüelas?”
Sí, se enlazan en la poesía y en la vida de Quevedo la luz
y la sombra:
“¿De qué sirve presumir,/ rosal, de buen parecer,/ si aún no
acabas de nacer/ cuando empiezas a morir?/ Hace llorar y
reír/ vivo y muerto tu arrebol,/ en un día o en un sol;/ desde
el oriente al ocaso/ va tu hermosura en un paso,/ y en menos
tu perfección.”
El poeta vive al desnudo, y sabedor de lo efímero y misterioso
de la vida, de vez en vez trata de reírse de ella. ¿Lo logra? No
lo sabemos muy bien. Sí, que le brotan letrillas como está:
“Pues amarga es la verdad,/quiero echarla de la boca;/ y si
al alma su hiel toca,/ esconderla es necedad./ Sépase, pues
libertad/ ha engendrado en mí pereza/ la pobreza.”
Quevedo, cuando se lo propone, es cruel por lo descarnado,
como pocos, pero puesto a ser tierno también es único. Dual
es la criatura humana. ¿Quién que es, sinceramente, puede
ser de otra manera? Sabe, y muy bien, el poeta que “solamente
lo fugitivo permanece y dura”. Sabe eso y muchísimo más. Sabe,
tal como le confiesa a Inarda que: “Yo soy y no soy, y muero y
vivo”.
Francisco de Quevedo Villegas vivió en guerra y en paz con sus
contrarios, desde el 1580, en que naciera en Madrid, hasta
el 1645 en que, la “postrera sombra”, en Villanueva de los Infantes,
transformara su barro atormentado en polvo enamorado.
Contaba 65 años al morir.
El señor de la Torre de Juan Abad, hombre de adverso y envés,
entre veras y bromas, jamás pudo ocultar su obsesión: la muerte.
Y es que amaba extremadamente la vida. Él nos lo dice:
“Amando la vida con saber que es muerte.”
Quiere Francisco de Quevedo Villegas, como señala Scarpa,
“aunar la luz y la tiniebla, hacer una la vida y el morir, resolviendo
aquella íntima antinomia.” El mismo poeta expresa: “La vida
es mi prisión, y no lo creo.” Y llega a imaginar la posible libertad
allende la muerte. La vida de Quevedo es una guerra a muerte
y a toda vida en lo más hondo de su vida. No, no son juegos de
palabras, es hambre y sed de verdad, ansiedad de decirse y de
decírsenos. Los pies en la tierra, ¿la cabeza? Cielos y más
cielos. Y la muerte, tan real, o más, que la vida:
“¡Cómo de entre mis manos te resbalas!/ ¡Oh, cómo te deslizas,
edad mía!/ ¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,/ pues con
callado pie todo lo igualas!/ Feroz de tierra débil muro escalas,/
en quien lozana juventud se fía;/ mas ya mi corazón del postrer
día/ atiende el vuelo, sin mirar las alas./ ¡Oh condición mortal¡
¡Oh dura suerte!/ ¡Que no puedo querer vivir mañana,/ sin la
pensión de procurar mi muerte!/ Cualquier instante de la vida
humana/ es nueva ejecución, con que me advierte/ cuán frágil
es, cuán mísera, cuán vana.”
La condición mortal, inevitable condición y, con la muerte al
fondo, Francisco de Quevedo, maestro del verso y de la espada,
se sumerge en la vida de los hombres y busca su verdad por
y con la palabra:
“No he de callar, por más que con el dedo,/ ya tocando la boca
o ya la frente,/ silencio avises o amenaces miedo./ ¿No ha de
haber un espíritu valiente?/ ¿Siempre se ha de sentir lo que se
dice?/ ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”
Y dijo Francisco de Quevedo lo que sentía y sintió lo eso cuesta.
El secretario del duque de Osuna, por ello, conoció el destierro
y, en San Marcos de León, la oscuridad de la mazmorra. Y vio
la muerte por todas partes. Su muerte y todas las muertes. También
la de su patria:
“Miré los muros de la patria mía/ si un tiempo fuertes, ya
desmoronados,/ de la carrera de la edad cansados,/ por quien
caduca ya su valentía./ Salíme al campo; vi que el sol bebía/
los arroyos del hielo desatados;/ y del monte quejosos los
ganados,/ que con sombras hurtó su luz al día./ Entre en mi
casa; vi que, amancillada,/ de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte./ Vencida de la edad sentí
mi espada,/ y no hallé cosa en que poner los ojos/ que no fuese
recuerdo de la muerte.”
El gran Quevedo vivió siempre con el recuerdo de la muerte
acuestas. Pero, a pesar, o por ventura de esa muerte, el poeta
alentaba enormes esperanzas de amor, porque si bien la muerte
era su obsesión no lo era menos el amor y la eternidad de éste.
De tal manera que el señor de la Torre de Juan Abad canta
desde su barro atormentado así:
"Cerrar podrá mis ojos la postrera/ sombra, que me llevare
al blanco día,/ y podrá desatar esta alma mía/ hora, a su afán
ansioso lisonjera;/ mas no de esotra parte en la ribera/ dejará
la memoria en donde ardía;/ nadar sabe mi llama el agua fría,/
y perder el respeto a ley severa;/ Alma a quien todo un Dios
prisión ha sido,/ venas que humor a tanto fuego ha dado,/
médulas que han gloriosamente ardido,/ su cuerpo dejarán, no
su cuidado;/ serán ceniza, más tendrán sentido./ Polvo serán,
más polvo enamorado.”
Enamorado polvo, desde su barro atormentado, toda una
profesión fe, se sueña Quevedo, que no acepta, con palparla
tan próxima a sí, la muerte total y definitiva. Para él la muerte
es un trance, un viaje hacia zonas más altas; hacia ese polvo
enamorado y enamorante. La muerte, en fin, se salva de sí
misma por la gracia misma del amor. El maestro del conceptismo
así lo cree y así lo manifiesta:
“Si hija de mi amor mi muerte fuese,/¡que parto tan dicho no
sería/ el de mi amor contra la vida mía!/ ¡Qué gloria, que el
morir de amar naciese!/ Llevara yo en el alma, a donde fuese/
el fuego en que me abraso, y guardaría/ su llama fiel con la
ceniza fría,/en el mismo sepulcro en que durmiese./ De esotra
parte de la muerte dura,/vivirán en mi sombra mis cuidados,/
y más allá de Lete mi memoria./ Triunfará del olvido tu
hermosura,/ mi pura fe y ardiente de los hados,/ y el no ser
por amar seré mi gloria.”
El amor, la muerte; la muerte y el amor. He ahí el leitmotiv,
el hilo conductor de la poesía de Francisco de Quevedo Villegas,
que todo instante intenta el vuelo hacia las estrellas:
“A vosotras estrellas,/ alza el vuelo mi pluma temerosa,/ del
piélago de luz ricas centellas;/ lumbre que enciente triste y
dolorosa/ las exequias del difunto día.”
Quevedo es siempre un militante del humanismo. Su
humanidad desbordada, de hombre en cueros, nos estremece
y fascina, pues cuando lo quiere se transforma en el espíritu
más delicado:
“¿En un átomo de pluma,/ cómo tal concepto cabe?/ ¿Cómo
se esconde en una ave/ cuanto en contrapunto suma?/ ¡Qué
dolor hay, que presuma/ tanto mal de su rigor,/ que no
suspenda el dolor/ al iris breve, que canta,/ llena tan chica
garganta/ de orfeos y de vigüelas?”
Sí, se enlazan en la poesía y en la vida de Quevedo la luz
y la sombra:
“¿De qué sirve presumir,/ rosal, de buen parecer,/ si aún no
acabas de nacer/ cuando empiezas a morir?/ Hace llorar y
reír/ vivo y muerto tu arrebol,/ en un día o en un sol;/ desde
el oriente al ocaso/ va tu hermosura en un paso,/ y en menos
tu perfección.”
El poeta vive al desnudo, y sabedor de lo efímero y misterioso
de la vida, de vez en vez trata de reírse de ella. ¿Lo logra? No
lo sabemos muy bien. Sí, que le brotan letrillas como está:
“Pues amarga es la verdad,/quiero echarla de la boca;/ y si
al alma su hiel toca,/ esconderla es necedad./ Sépase, pues
libertad/ ha engendrado en mí pereza/ la pobreza.”
Quevedo, cuando se lo propone, es cruel por lo descarnado,
como pocos, pero puesto a ser tierno también es único. Dual
es la criatura humana. ¿Quién que es, sinceramente, puede
ser de otra manera? Sabe, y muy bien, el poeta que “solamente
lo fugitivo permanece y dura”. Sabe eso y muchísimo más. Sabe,
tal como le confiesa a Inarda que: “Yo soy y no soy, y muero y
vivo”.
Francisco de Quevedo Villegas vivió en guerra y en paz con sus
contrarios, desde el 1580, en que naciera en Madrid, hasta
el 1645 en que, la “postrera sombra”, en Villanueva de los Infantes,
transformara su barro atormentado en polvo enamorado.
Contaba 65 años al morir.
NUNCA PASA NADA
Nunca pasa nada... cuando a los poderosos interesa que eso sea así. ¿Qué fue del “síndrome de los Balcanes”, o de las “vacas locas”, o de la fiebre aftosa? En África no ha pasado nada y, por consiguiente, no se investigará la actuación del monarca español. Kyoto fue una reunión para jugar a las cartas, nada más, y ni hablar de la cumbre de las Américas, que no es sino una pantomima para que los poderosos sigan controlando las economías y las vidas de los latinoamericanos.
La OTAN se fundó para combatir al “peligro comunista”. Cayó el telón, y la organización militar sigue funcionando a pleno rendimiento, ahora contra el “peligro integrista”… y lejos de su ámbito de actuación. Nada de extrañar.
Las cárceles sólo están llenas de pobres desgraciados porque los ricos, los poderosos, pueden permitirse contratar a los mejores abogados y juristas para seguir en libertad. La policía ayuda en los desahucios, y apenas unos minutos en golpear y disolver una manifestación de estudiantes antiglobalizadores o de trabajadores a los que han despedido... Nada pasa nunca.
Publicado por Francisco J. Segovia -Granada-
La OTAN se fundó para combatir al “peligro comunista”. Cayó el telón, y la organización militar sigue funcionando a pleno rendimiento, ahora contra el “peligro integrista”… y lejos de su ámbito de actuación. Nada de extrañar.
Las cárceles sólo están llenas de pobres desgraciados porque los ricos, los poderosos, pueden permitirse contratar a los mejores abogados y juristas para seguir en libertad. La policía ayuda en los desahucios, y apenas unos minutos en golpear y disolver una manifestación de estudiantes antiglobalizadores o de trabajadores a los que han despedido... Nada pasa nunca.
Publicado por Francisco J. Segovia -Granada-
COTIDIANEIDAD
Permanecemos sentados,
unos al lado de los otros
o de aquí para allá en la mañana
y,
a veces
conversamos.
Fuera,
el tiempo transcurre con gritos mudos.
Alguien,
quizás,
mira las olas del río Anas
sentado en un banco.
Otro observa
los saltitos de las palomas,
sus zureos y carreras por la plaza de España.
Otro mas,
a lo lejos,
asoma su cuerpo al puente de piedra
y con mirada soñadora
otea turbios socavones abajo.
Los pájaros blancos como nieve en lontananza,
y continúa su marcha.
Los patos supervivientes,
entre las cañas
chapotean buscando el pan que ya no conocen.
Los coches golpetean la costumbre de la mañana
con sus bocinas.
La gente no sabe donde huir
y se escabulle cada vez más aprisa
hasta el después de las tareas
entre las aceras y las obras.
Simples mortales
interrumpen sus bríos
al llegar a casa,
asombrados de que ya
ha pasado la mañana.
Pasa la mañana
y nosotros entre cliente y cliente,
derrochamos el sol del mediodía,
los desparramados arrullos
de las palomas de la plaza,
el oscilar del límpido río,
la tos de un niño,
el canturreo de un paseante,
la inercia de dos turistas
que pasean y observan inseguros.
Otros aventureros no se atreven a preguntar
con su mapa desplegado,
un bar que se va desprendiendo del olor
a tostada y café,
con su transitar de sillas
y de platos y tazas y clientes ufanos.
Más tarde,
un colegio
derrama la jauría habitual de niños,
de ruidos y carteras
de carreras y miradas
que buscan y encuentran
y ven
una vez más,
a sus madres,
que tropiezan con su perfecto orden cotidiano.
Se acerca nuestra hora de salir
y hablamos
de espaguetis a la carbonara,
arroz,
lentejas,
tal vez una tortilla de patatas
de tres huevos
y de postre,
manzanas, plátanos y peras
o un yogur desnatado a punto de caducar.
Y sin saberlo,
hacia las tres de la soleada tarde,
marcharemos,
huyendo de la oficina,
y nos convertiremos por fín,
en personas.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
unos al lado de los otros
o de aquí para allá en la mañana
y,
a veces
conversamos.
Fuera,
el tiempo transcurre con gritos mudos.
Alguien,
quizás,
mira las olas del río Anas
sentado en un banco.
Otro observa
los saltitos de las palomas,
sus zureos y carreras por la plaza de España.
Otro mas,
a lo lejos,
asoma su cuerpo al puente de piedra
y con mirada soñadora
otea turbios socavones abajo.
Los pájaros blancos como nieve en lontananza,
y continúa su marcha.
Los patos supervivientes,
entre las cañas
chapotean buscando el pan que ya no conocen.
Los coches golpetean la costumbre de la mañana
con sus bocinas.
La gente no sabe donde huir
y se escabulle cada vez más aprisa
hasta el después de las tareas
entre las aceras y las obras.
Simples mortales
interrumpen sus bríos
al llegar a casa,
asombrados de que ya
ha pasado la mañana.
Pasa la mañana
y nosotros entre cliente y cliente,
derrochamos el sol del mediodía,
los desparramados arrullos
de las palomas de la plaza,
el oscilar del límpido río,
la tos de un niño,
el canturreo de un paseante,
la inercia de dos turistas
que pasean y observan inseguros.
Otros aventureros no se atreven a preguntar
con su mapa desplegado,
un bar que se va desprendiendo del olor
a tostada y café,
con su transitar de sillas
y de platos y tazas y clientes ufanos.
Más tarde,
un colegio
derrama la jauría habitual de niños,
de ruidos y carteras
de carreras y miradas
que buscan y encuentran
y ven
una vez más,
a sus madres,
que tropiezan con su perfecto orden cotidiano.
Se acerca nuestra hora de salir
y hablamos
de espaguetis a la carbonara,
arroz,
lentejas,
tal vez una tortilla de patatas
de tres huevos
y de postre,
manzanas, plátanos y peras
o un yogur desnatado a punto de caducar.
Y sin saberlo,
hacia las tres de la soleada tarde,
marcharemos,
huyendo de la oficina,
y nos convertiremos por fín,
en personas.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-