Preámbulo
Como cuerpo, no más, te conocía,
jarrón de Sèvres en augusta estancia;
y te admiré, clavado en la distancia,
y te soñé, con la melancolía
de quien sólo en trivial alfarería
ha ocupado sus años. Qué abundancia
de trances, y qué absurda irrelevancia
define nuestra opción de cada día.
Al fin mi mano se acercó, lamiendo
curvas, planos y huecos, descubriendo
misterios antes sólo vislumbrados.
Mas esto fue el preámbulo. Más tarde,
bajo la luz que en los arcanos arde,
logré abrir tus más íntimos candados.
Me duele el alma
Me duele el alma por la inútil muerte
de un pajarito inerme, malherido.
Por azar sobre el césped abatido,
sin más amparo que su infausta suerte.
Las alas desplegadas, sin que acierte
a batirlas y alzarse; su quejido,
desgarrador, si débil al oído,
su mirada, que en súplica se vierte.
¿Qué podré hacer, cuitada criatura,
para solucionar tu desventura?
En su gemido y ojos, implorante.
Al sumergirlo, me tembló la mano.
Se alzó su alma-burbuja al primer plano,
y vi mi acción, si urgente, repugnante.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-
DE FACEBOOK - 6143 - CENA PEÑA ATHLETIC
Hace 7 horas
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