La vida está plena de cosas hermosas, con matices suaves, graciosos, graves y amargos. La vida es como retazos de los que usan para hacer cobertores, los van uniendo con cuadros, ramos, rallados, lunares, colores suaves encendidos en una mezcla graciosa que cuenta una historia: “este retazo era del trajecito de Andrés y este otro era de Juana, ¿Recuerdan a Juana la vecina que le gustaban las aves? ¿Y éste con ese azul tan suave? Ese era de Luisa, mi hija, cuando cumplió sus 18... Así se va formando el cobertor pleno de recuerdos.
Así va pasando la vida, con detalles insignificantes para muchos e importantes para otros. Familias que crecen, comparten, estudian, viven, se cultivan, triunfan y mueren. Los muertos cobran vida en el recuerdo y viven en cada palabra que sale de labios queridos: “Como decía Luis hay que leer para escribir”, como decía mi padre “Así es” O ¿Recuerdan al loco de al lado que oía voces que pedían matara a su madre?
Esa es la vida, una cadena de pequeñas cosas y de vez en cuando llega algo que nos oprime el pecho y nos deja sin aliento, en mi memoria no solo hay hechos, guardo gestos, aromas y versos. Guardo imágenes que cobran vida y movimientos, guardo ratos que fueron o muy tristes o muy felices y ese conglomerado me da nostalgia por tiempos idos o agradecimiento por ya ser tiempo pasado. Así es la vida.
Imagino que cada persona tiene su propia forma de ver y vivir la vida. Algunas son gente dramática y cada tropiezo en su memoria es un problema sin solución. Otros tan optimistas que ni recuerdan los tiempos malos y si lo hace cambia sus pensamientos y rememora esos más dulces y una sonrisa brilla en su cara.
Conocí a alguien, alguien muy cercano, perdió un hijo, se fue repentinamente y ella lloró y lloró, lo hizo a gritos, en silencio, con lágrimas, sin lágrimas, jamás la vi que no estuviera llorando, duró 3 meses y se murió. Me habían dicho que la pena no mataba pero nunca lo creí. Ya les he dicho, cuando duele el alma, cuando nos hieren de muerte, se nos escapa un suspiro porque nos falta el aliento...
Arlette Tejada -República Dominicana-
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