En lejanía de rojo escalón
la tarde anuncia su fin.
En mis labios ángelus de oración
clavados mis ojos, estrellas son,
del horizonte al confín.
En tan inmensidad enorme
rueda mi cuerpo en su hueco
y a mi mente da informe
con gran suspiro de eco.
Con silabas mudas y estremecidas,
oscilantes mis pupilas en alfombras
como lámparas encendidas
dibujan el perfil de sus sombras.
Cobra entonces movimiento
el cuerpo que me estremece
y extasiada del momento
el punto grana se desvanece.
Y entre sombras se deja ver
sus oscilantes reflejos,
la tarde en noche es
muerta montaña a lo lejos.
CLOTILDE ROMÁN
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