Hay días en los que uno se despierta
con la boca reseca y con un sabor amargo
y áspero parecido a la nostalgia,
repleto de faltas; muerto de sed…
Sed de viejos amigos, de empedrados
que susurran tangos y rezongos,
del recuerdo de todos mis otros…
Y de ese uno que quedo allá
y que no siguió a este otro.
Leandro Murciego
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