Se oye en la noche los ecos
de una ansiada espera,
el sonido de tus silencios
y gemidos que la brisa lleva,
a través del oscuro cuarto
que en penumbras atesora,
sombras de tu cuerpo dorado
y pasión de algunas horas.
Urgente mis ojos apuntan
a la frágil base de tu cuello,
a mis labios húmedos catapultan
para escalar cimas y tu deseo.
Lujuria indómita se presenta
entre caricias y mil besos,
justo allí los jadeos se cortan
para decirnos un ¡te quiero!
Noche febril nos abraza
carne con carne en secreto,
primera imagen del alba
nos redimirá por los ruegos,
que haremos al despedirnos
tañendo campanas de amores,
ecos de este amor furtivo
melodía... de los corazones.
Ramón Pablo Ayala (Argentina)
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