Coincidentemente con las elecciones en Venezuela, llega a Uruguay para participar en la X Conferencia de ministros de Defensa de las Américas, a celebrarse en Punta del Este, el secretario de Defensa estadounidense Leon Panetta. El otrora director de la CIA, y actual responsable de la defensa en la principal potencia bélica, planteará su “propuesta para coordinar asistencia humanitaria en caso de desastres naturales”. ¡Estamos salvados!
El 18 de mayo de 1895, el que luego sería considerado como El Apóstol Cubano, José Martí, escribía a su amigo mexicano Manuel Mercado en la que a postrer sería su última carta: “Ya puedo escribir: (…) ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber (…) de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. (…) con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal que los desprecia, (…) Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas; y mi honda es la de David.”
Al día siguiente en Dos Ríos, al oriente de cuba, caía Martí abatido por balas españolas, dejándonos su clarísimo legado.
Casi al final de la guerra, cuando los independentistas cubanos estaban a un paso del triunfo, los norteamericanos dinamitaron su acorazado El Maine en el puerto de La Habana (15 de febrero de 1898), para tener una excusa, entrar en la guerra y apoderarse de los destinos políticos de la isla y plantar la base naval de Guantánamo.
La base aún la enen, habiéndola convertido en un campo de concentración y torturas. Al poder político y económico de la isla, lo perdieron el 1ro de enero de 1959 a manos de Fidel el Che y Camilo Cienfuegos y los combatientes del Mov. 26 de julio.
Desde la caída en combate de Martí hasta hoy, ese “norte revuelto y brutal que nos desprecia”, se ha visto envuelto en infinita cantidad de acciones de guerra, de piratería y de ocupación de territorios y saqueo, aduciendo unas cuantas razones, entre las cuales están la “lucha contra el comunismo”, el narcotráfico, el terrorismo y ahora, según la propuesta de León Panetta, los desastres naturales.
Muchos nombres para un solo motivo: la obtención de los recursos “necesarios” para la supervivencia del “american way of life”. Y si no hay motivos aparentes, no faltarán pues serán perfectamente fabricados, montados por las empresas de publicidad más poderosas del mundo: armas de destrucción masiva, enemigos de todo tamaño, peligros para la humanidad, etc.etc.
Bien conocen los lectores de Trinchera, la larguísima lista que existe en cuanto a las “proezas” norteamericanas “en defensa de la libertad, la democracia” y todo eso. Para qué redundar.
En lo que sí es menester insistir, es en señalar la poca vergüenza, el descaro del ministro de Defensa de Uruguay, el ex guerrillero Eleuterio Fernández Huidobro, en consentir que estos peligrosos emisarios del Imperio lleguen a nuestro país bajo los autodenominados títulos de “salvadores”, para clavar una cuña en el continente, para tomar “una cabeza de playa” e impulsar desde allí, todo su veneno hacia el interior
del continente.
Cree el ministro Huidobro además, que los uruguayos son tontos, olvidadizos o necios, pero no. Los uruguayos, que con vergüenza se sienten observados desde todo el continente, van tomando conciencia de la afrenta que significa darle la espalda a la memoria de todos los que han caído en la lucha, entre ellos, muchos de sus ex camaradas de armas. Los uruguayos condenan que el ministro de Defensa le dé la espalda a la creciente unidad latinoamericana, para arrastrarse ante el Imperio y ya exigen que debe irse.
No obstante hay que estar alerta. La visita de los “salvadores” del Pentágono a Uruguay, se produce en
vísperas de lo que va a significar una nueva derrota política en el continente: la victoria de las elecciones en Venezuela, del Presidente Hugo Chávez. Recordemos la advertencia del Che: “ al Imperialismo, no hay que confiar ni tantito así”.
Carlos Medina Viglielm
Publicado en la revista LetrasTRL 51
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