Me has inventado a veces, no me has visto;
quizás he aparecido en el espejo
en que tu vanidad traza el bosquejo
de lo que anhelas ver, no en qué consisto.
Te converso, te beso, me desvisto
frente a tu lecho. Entonces me asemejo
sólo al hombre que soy. No me acomplejo
de mis insuficiencias. Soy, existo,
sin cubrirme de falsas pretensiones,
siendo fiel a mis propias convicciones,
gusten o no, y también a mi apariencia.
Me has visto al natural desde que un día
me crucé en tu camino, y todavía
soy quien fui. ¿Dónde, pues, la diferencia?
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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