Visión narcótica
El grito de los negros danza a ritmo de los timbales adhiriéndose a los pies descalzos que brincan obstinadamente sobre la candela.
“Eu a é aucaullama Eu a é camaué. Eeee na e na y é”
Cantaban sobre el fuego arrastrando desde sus tobillos unas cadenas que abrían la piel al calentarse. Una mujer cargaba en su dorso un atavío de plumas de cuervo, un hombre exhalaba el fuego en llamaradas que expulsaba por la boca, los demás giraban en círculo a su alrededor al compás percutante de los tambores. El de mayor tamaño era tocado por un hombre de escasa estatura que pareciera ocultarse entre las sombras.
Otro, con un cachimbo en cada mano y dos en la boca emulaba la chimenea de la locomotora que el chamán visualizara en su sueño narcótico. El humo salía por boca, nariz e, incluso, oídos en el instante en que los ojos de todos miraban a las alturas aclamando al Dios del Tiempo. Rendían culto a La Machine de Vapeur, la diosa, que volaba etérea sobre sus cabezas.
Las mujeres con los pechos desnudos danzaban en alabanza para recibir esperanzadas la nueva Era, la Era de las Revoluciones. Las primeras brisas portarían una incomprensible y ajena Revolución Industrial, pero esta, arrastraría consigo los vientos huracanados que les traería también la suya propia. Sin embargo no podían siquiera sospechar que su diosa, la pérfida Machine tenía otros planes. Las visiones narcóticas del brujo, no llegaron tan lejos, pero a la postre las máquinas harían su propia revuelta y la tecnología terminaría por volver a esclavizar a sus descendientes.
Tal vez fuera el agotamiento, tal vez una sombra de mal presagio, pero la percusión de los tambores poco a poco fue decayendo hasta cesar por completo, se esfumaran las visiones y, hombres y mujeres caminaran exhaustos hacia sus cabañas.
Deisy Toussaint(República Dominicana)
Publicado en la revista digital Minatura 116
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Hace 12 horas
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