Morirán yermas
la ilusiones
cuando el soñador
en su última resaca
extermine
el minúsculo aliento
que trepa por la locura
del vino de sus venas.
Sometida la libertad
al código penal
de los miedos,
abortan el parto
de toda sonrisa
que haga muecas
en sus espejos;
de todo tizón
que garabatee
en la inmaculada pared
del camposanto donde
entierran en la fosa común
del olvido
las alas abiertas de los sueños.
Morirán de pena las palabras
el día que maten con dinero
al último poeta.
TOMÁS BARRIENTO-Campofrío-
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Hace 1 día
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