Yo no saldré de casaAtúrdanse otros en confeti y ruido,
perdiéndose en vaivén de multitudes,
pretendiendo asfixiar las inquietudes
de mente triste o corazón herido.
Yo no saldré de casa. Consumido
mi tiempo está de tales servitudes,
y ya enterré en sombríos ataúdes
pasadas glorias, que son hoy olvido.
Te haré una noche prolongada, lejos
del fárrago banal de los festejos,
mezcla de calma, impulso y paroxismo.
Ruede enjambre de voces por la calle;
en nuestro lecho, entre los dos, estalle
muda bomba de paz y de erotismo.
Muerte y aromaDiciembre es casi podredumbre, es vida
que va ahogándose lenta, es elegancia
transformada en harapos, y es la infancia
que se ve de repente envejecida.
El año se despide, y en la huída
deja en el aire un rastro de fragancia
que no acierta a mermar con la distancia,
rosa perennemente florecida.
¿Muerte y aroma? Confluencia extraña;
pero cuanto derriba la guadaña
vuelve a nacer, o evade su deceso .
Como tú, que no sólo permaneces,
pero te arraigas más y más, y creces
con ímpetu de siglo en cada beso.
FELIZ AÑO NUEVOEl año ha muerto, fue enterrado anoche,
y el olvido devora ya sus restos.
Nos dió rayos de sol, nos trajo nubes,
nos hizo escuchar risas y lamentos.
Yo le he visto marcharse, y no he llorado;
y me he encontrado con el Año Nuevo,
este año joven,
luminoso, optimista, bullanguero,
que en su primer abrazo me ha dejado
la amargura y el frío de un mal sueño.
Ahuyentando a la gente,
camina por las calles el invierno;
yo estoy en casa, hay música a mi lado,
pero resbala sobre mí el silencio.
AL FIN SONARON DOCE EN LA CAMPANAAl fin sonaron doce en la campana,
y abrióse entre los dos años el puente;
miré a ambos lados: Nada diferente,
ver ayer es ver hoy y es ver mañana.
Nada cambia en la vida cotidiana,
agua que arrastra el río en su corriente,
ya con murmullo claro y sonriente,
o con las lágrimas que el duelo hilvana.
Y así vamos al mar, con paso lento,
retardando en meandros el momento
de nuestra propia desembocadura.
O quizá en rapidez de torrentera,
indiferentes a cada ribera
que al pasar nos ofrece su hermosura.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-
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