Salió a la hora habitual para ir a la Universidad. No vino a almorzar. Se quedaría en el comedor universitario. Tampoco vino a cenar. Esto ya no me pareció normal. Aunque a veces se quedaba a estudiar en casa de algún compañero siempre avisaba.
Al ver por la mañana su cama sin deshacer temí que algo le hubiera pasado. Llamé a varias amigas pero no estaba con ellas. Una me dijo que la vio en los jardines del castillo por la tarde. Si no sabía nada de ella al atardecer iría a la policía. Se había esfumado. Nadie la vio después de las 18 horas. La policía tomó nota y me comunicó que la buscarían.
En el jardín del castillo donde florecían hortensias y camelias no hallaron ninguna pista. Se acercaron al castillo pero las puertas estaban cerradas. Hablando con los propietarios de un bar cercano supieron de ruidos extraños al atardecer. Tendrían que pedir autorización a los propietarios para entrar aunque eso retrasaría la búsqueda un día.
El permiso llegó al mediodía. Cuatro agentes se dirigieron al castillo. Abrieron la puerta medieval. Al llegar a la zona del calabozo un fuerte olor a podrido les hizo retroceder. Tapándose la nariz con pañuelos avanzaron. El olor provenía de un agujero en el suelo tapado con una pesada estructura de madera perforada. Al asomarse les pereció ver unos cuerpos. Buscaron la escalera al calabozo. Se toparon con una puerta de hierro. No tenían la llave. Llamaron a comisaría para que se la pidieran a los dueños. Estos no tenían ninguna llave ni recordaban que allí hubiera ninguna puerta. Pidieron autorización para actuar en la cerradura. No hubo problema. Tras unos minutos la cerradura cedió y la puerta se abrió. Bajo el agujero encontraron cuatro cuerpos desnudos, desnucados por el impacto al chocar contra el suelo.
Una vez realizadas las autopsias se vio que todas las chicas habían sido violadas y torturadas antes de ser lanzadas por el agujero. Alrededor de las cabezas coronas de hortensias y camelias.
Colgadas en los mástiles de la Torre del Homenaje, en forma de bandera, los sujetadores de las cuatro muchachas y un letrero con letras mayúsculas que decía: SOY QUIEN NO SOY, EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS.
Me comunicaron que encontraron a mi hija violada y desnuda en el calabozo del castillo. Pero que su asesino no dejó ninguna huella a excepción del semen. Tal vez por él conocerían su identidad.
JOSÉ LUIS RUBIO
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