que conjura silencio aún más sombrío,
te penetra el espíritu del frío
abrazándose a ti, sola y despierta.
El vendaval también llama a tu puerta
con puños de obsesión y desafío;quiere lamer tu piel; es como un río
fluyendo entre los olmos de la huerta,
por mínimas rendijas, su destino
compartir con el frío tus despojos.
No tienes nada, a nadie, se apodera
de tu cuerpo sensual quien no debiera,
y a quien quisiera, corres los cerrojos.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
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