Derrotas (IV)
Tuve mi inevitable contingente
de laureles y pérdidas, y ahora
el tiempo, en su fluir, los aminora,
tornando marginal lo transcendente.
Triunfos y pérdidas en mi expediente
suman zonas y fechas. Se valora,
desde esta lejanía evocadora,
en justa paridad cada incidente.
Me tiñeron los éxitos la vida
del color de los sueños, y vestida
me dejaron el alma de ventura.
Y la contrariedad, el desengaño,
fueron el incentivo, año tras año,
para fraguar mi nueva singladura.
Derrotas (V)
¿Fue derrota o victoria la presencia
de tu imagen desnuda en mi aposento?
Vencido me dejó tu atrevimiento,
desplomándose en mí tu incontinencia.
Y vencedor quedé en la contundencia
de mi respuesta, en fiero acoplamiento;
oh, audaz, irreversible movimiento,
convulsión de mujer, sin resistencia.
Dos ejércitos blandos, frente a frente,
se enzarzan en batalla y, contundente,
cada uno de ellos la victoria clama.
La rendición también, sin condiciones,
dándose mutuamente las opciones
de renovar la lid sobre la cama.
Derrotas (VI)
Una tarde zarpó tu carabela
sobre el abierto mar a otro destino,
quedando yo en la dársena, marino
sin barco ni patrón, viendo la estela,
plata y azul, que el alma me congela,
como un adiós al fondo del camino.
Y no sé si lo acepto o si me obstino
en pintarme un paisaje de acuarela.
Habrá ésta sido mi peor derrota,
viéndote en mi silencio tan remota
como si nunca hubieras existido.
Mas recuperaré fe y energía,
y aun insistiéndome en llamarte mía,
viviré en el dolor, mas no abatido.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-
DE FACEBOOK - 6136 - HACE OCHO AÑOS
Hace 8 horas
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