TEATROS DE MÉXICO
Juan Cervera Sanchís -México-
El primer local destinado para representaciones teatrales en la ciudad
de México se llamó Casa de la Comedia.
Según el bachiller, comediante y actor, Arias de Villalobos, se abrió
en la calle de Arcos que, más tarde se llamó de Jesús y hoy conocemos
como República de El Salvador.
Aquella Casa de Comedia era en realidad un patio de vecindad. Lo que
podemos decir, con mayor propiedad, que fue el primer teatro que hubo
en México fue el que se construyó en el Hospital Real de los naturales
entre 1671 y 72.
Este teatro estaba en el propio hospital. Las funciones se daban los domingos,
los martes y los jueves. Se le conoció como Coliseo.
En 1722, poco después de la representación de la obra “Ruina e incendio de
Jerusalén”, trágica coincidencia, fue devorado por las llamas.
Poco después el virrey ordenaría la construcción de un nuevo teatro, pero
“separado de lo sagrado”, según se hizo constar.
Fue así como nació el Coliseo Nuevo, que se inauguró el año de 1725.
A partir de la Independencia, en 1826, cambió de nombre y paso a
Llamarse Teatro Principal. Durante un siglo fue conocido por este
nombre.
El Teatro Principal llenó un periodo importantísimo de la cultura y la
vida teatral y política de México.
Pasaron por él las más grandes actrices y actores de la época. En
El Principal estuvieron como espectadores los políticos más sobresalientes
del país y, por supuesto, la crema de la intelectualidad, que entonces se
decía al referirse a los hombres llamados de letras.
El Teatro Principal marcó toda una tradición, por lo que fue un gran drama
nacional la noche del domingo primero de marzo de 1931 en que, estando
en escena don Joaquín Pardavé, las llamas comenzaron a devorarlo todo.
Ningún poder humano pudo evitar el desastre.
Tan rápido se extendió el fuego que en apenas unos minutos aquello se
convirtió en un verdadero infierno.
Allí murieron calcinadas las actrices Adolfina Monti, Carmen Velasco
de Jané y su madre, la vicetiple Lupita Rosales y varias personas más.
De aquel Teatro Principal, antes Coliseo Nuevo, sólo quedaron recuerdos
y cenizas.
Otro teatro histórico de México fue el Gran Teatro Nacional, obra de
don Francisco Arbeu. En este teatro se cantó por primera vez, el primero
de septiembre de 1854, el Himno Nacional.
El Teatro Nacional, el gran teatro, iba a llamarse Teatro Santa Anna
y como tal se inauguró en 1844, pero ese mismo año, el presidente
José Joaquín Herrera decidió mejor llamarlo Teatro Vergara y, casi
de inmediato, se optó por el nombre de Gran Teatro Nacional.
A causa de un temblor quedó herido de muerte. El terreno fue
adquirido por el gobierno federal. En 1901 fue demolido.
Teatro también de mucha tradición fue el Iturbide, también obra de
don Francisco Arbeu. El Teatro Iturbide se inauguró el 3 de febrero
de 1856. En 1872 fue transformado y lo convirtieron en la sede
permanente del Poder Legislativo Federal.
Dentro de la relación de los teatros de México han hecho y siguen
haciendo historia el Teatro Hidalgo, el Arbeu, el Virginia Fábregas,
el Colón, el Iris, el Lírico y los teatros modernos como el Arlequín,
el Insurgentes, el del Bosque, el Juárez, el Jorge Negrete, el Aldama,
el 11 de Julio, el Veintinueve de Septiembre y el de la República...
No se crea que hemos olvidado el Palacio de las Bellas Artes, que
fue inaugurado el 29 de septiembre de 1934 con una serie de actos
culturales que culminaron con la representación de “La verdad
sospechosa” de Ruiz de Alarcón.
El Palacio de las Bellas Artes es en sí muchísimo más que un
simple teatro, siendo como es el escenario teatral más espléndido
y trascendental de México. No hay artista pues que no sueñe con
actuar en su magnífico escenario.
El devenir de los teatros en México es en sí tan apasionante como
la vida misma, tal como podemos colegir tras este sucinto parpadeo por
algunos aspectos de su rica y fascinante historia.
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