Una gran familia de letras tan grande
que se escapaban de las páginas
algunos tratando de desenredarse
de las líneas del rayado encuadernado
los que lo lograron llegaron hasta las tapas
donde grandes líneas doradas
definían la historia de sus vidas
cuando se abría el libro unos ojazos
inmensos se paseaban por las letras
algo murmuraban pero creo
que más era el cerebro
apenas empezaba una línea se podía meditar
si está bien escrito o si pudo ser mejor
pero la academia real así lo aceptaba
como estaban los ojazos se cerraron
se cerró el libro algunos quedaron fuera
pero quedó lo suficiente
como para que lo pudieran entender
quienes lo tomaran del estante
para recrearse en la trama de la novela.
Gonzalo Suárez
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