Sin tabaco señor mío,
sin humo en sus pulmones,
viva sin escalofrío,
respirando a borbotones.
Recuerde que un cigarrillo,
malévolo y silencioso,
altanero y tendencioso,
no vale más que su brillo.
Brille usted muy señor mío,
por su misterio de vida,
por su gracia consabida,
por su fuerza en el estío.
Es usted, señor ventero,
amo y señor de su vida,
y con humo en su bebida,
se hundirá por el estero.
Es por amor, señor mío,
recomendación de amigo,
solo lo quiero conmigo,
completo y con mucho brío.
Hortencia Aguilar Herrera -México-
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