Oh herido allá en el valle,
tanto clamaste
si tres compañeros ilesos
cayeron por ti que casi no eras.
Entre cieno y sangre
tronco sin piernas
y tu lamento todavía,
piedad de nosotros
dolientes y no tiene fin la hora,
apresura la agonía,
tú puedes terminar,
y de consuelo te sea
en la demencia que no sabe enloquecer,
mientras se detiene el momento
el sueño sobre el cerebro,
déjanos en silencio –
gracias, hermano.
Clemente Rebora -Italia- Traducción de Diego Tapia
Publicado en Periódico de poesía 94
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