Al leer el tiempo se marea.
Borracho
atraviesa senderos inexactos.
El tiempo sigue,
pero no se engaña.
Sabe que a veces
lo vence una palabra.
Una palabra
que es aguja de reloj y dispara,
que detiene el amanecer sobre
el filo del horizonte.
Una palabra que atraviesa
y no mata.
Nunca mata
la palabra precisa,
la palabra exacta,
la que entra sin llamar y se instala.
Lo que verdaderamente aniquila,
-lo que espanta-
es el tiempo que se pierde
sin hallarla.
María Laura Riba -Cuba-
Publicado en el blog elescribidor
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