Recién ahora son visibles los relojes,
las flores azures de la fatalidad,
la demencia. La ferocidad del odio,
el abismo. El borde del mar
y la presencia de voces huyentes.
Tarde descubrimos
lo absurdo del ensueño,
las cartas de amor, el abandono
de una alcoba alucinada.
Y la furtiva presencia de sombras
en las estrellas.
Carlos Penelas
Publicado en Estrellas poéticas 57
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