jueves, 5 de enero de 2017

EL QUIJOTE DE PRIPYAT


Finalmente la marea de los recuerdos lograría llevárselo: “Amigo mío prefiero emborracharme en casa que venir y gastar dinero en tu bar”.
Mikhail terminó dilapidando su indemnización de “liquidador” abriendo aquel tugurio para quebrar
dos meses después. “Liquidadores” se denominaba a los empleados de la central nuclear de Chernóbil que voluntariamente sirvieron para combatir el gran incendio del 83.
Durante treinta años (pese a la prohibición municipal al consumo de productos agrícolas) Mikhail
sobrevivió plantando cebollas y rábanos, para luego dedicarse al arte de la caza.
Empuñando un bastón canadiense, con una olla tiznada por celada, vestido de camisón oliva y por sobre este una caja de Tv led como armadura, a lomos de un deplorable potrillo, Mikhail filosofaba: —No hay peor dolor que contemplar la desolación de Pripyat. Exaltado el asombro o la locura, o asentada la resignación, nada varía; salvo esta muerte mutante. Porque aquí los gigantes, los rebaños de toros enanos y los recios mozos de armas color pradera con los cuales enfrentarse para desentrañar algún secreto revelador, existen. Porque aquí existe esa sin razón que a la razón hace meditar que no todo se perdió.
Sin inquietarse esbozó una sonrisa desdentada bajo sus bigotes cónicos y entrecanos. Con reojo azulino notó a la perfección la asquerosa mano de un gigante torpemente camuflada entre el barro y las raíces del monte que delimitaba la zona de exclusión.
Mikhail a modo de cancela en el pecho descorrió un pedazo de su armadura palpando un cuchillo
regio.
No mucho tiempo antes de la catástrofe del reactor 4, el primer y único libro que marcó a Mikhail con trece años fue el Don Quijote.
Cuarenta años después, víctima del alzhéimer y cáncer de tiroides, la última obra de Ballet que disfrutó junto a su sobrina y terapeuta, recreaba con magnificencia lamisma pieza cervantina. Espectáculo que motivaría su fuga definitiva del asilo. Los organismos de búsqueda no intervinieron. Hoy, a dos años de lo acontecido, la espada totémica en forma de Quijote magistralmente tallada en hueso, que un soldado encontró clavada junto al cadáver de Mikhail, se integraría al secreto de Estado.

Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina)
Publicado en la revista digital Minatura 153

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