Estuvo después todo el país en paz cuarenta años
Jueces, 5, 32.
Entre el suspiro encarnado de Otura
y la Granada engarzada en jardín,
tigres de tez aceituna.
Con la tierra, con el viento:
dátil, seda, blonda y uva.
Cuando el amor desató sus heridas
y se alejó -campanillas eólicas
bajo la noche en el muro,
últimos álamos-, sus
pasos rehusaron la dócil
copa de olvido, acecharon al tigre.
Pero la fecha expiraba y mordía
en el jardín con la aurora.
Tuvo un instante de paz:
cicatrizaron la noria
y el alhelí, sus heridas, cuarenta
hondas espadas, sintió su latido
tibio de flor, de sencillo
pájaro. Vocalizó
uno por uno a los tigres,
el paladar suspiró por la vega
y se marchó entre la luz de canela bucólica.
Del libro Goethica de
JOSÉ CABRERA MARTOS -Jaén-
Publicado en Luz Cultural
No hay comentarios:
Publicar un comentario