Sostuve ambas manos
antes de que partieras
puse mi oído en tu boca
y oí el susurro de tu voz.
Un soplo despedía la vida
una lágrima en el corazón
el vacío de una existencia
que ya no abrigaba razón.
Camino desierto delante
de un mañana inminente
senderos vacíos de vida
pena y dolor en la mente.
Balbuceos incoherentes
de la mente perturbada
lamentación sin sonidos
nostalgia en la alborada.
Un susurro que del cielo
bajo hecho un rayo de luz
palabras que en los oídos
lloraban el dolor del adiós.
Freddy Juan Arce Acevedo (Chile)
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