La belleza de Ámsterdam
es una belleza de cuento de hadas
es la ciudad helada de chocolate
y de almendras
sin esa indigesta bruja
que cuando asqueada se arrancó
la máscara de la virtud
se tornó más tremenda y repugnante;
En vez de brujas hay hermosas chicas
vestidas de colores estridentes
cubiertas de caramelo y vainilla
guiando con destreza sus bicicletas
a través de los canales y los puentes.
Jan es un gigante bondadoso
armado con un saxofón,
que ha decidido adoptarme
hemos pasado la tarde
en su casa, inclinada
borracha y surreal
como las casas de Amsterdam
comiendo pan de centeno esponjoso
y quesos amarillos, blancos y azules
bebiendo cerveza fuerte
y jugando al ajedrez
-Hoy es Queen’s Day
la fiesta de la reina, me dice Jan
-Ah, ¿tienen una reina?
-Sí, y hoy es su fiesta, jaque.
Hay una energía en el ambiente
una embriaguez clara y bendita
que juega haciendo danzar
divertidos grupos de átomos
De unas máquinas marca “Febo”
Jan saca unas croquetas
“es mejor que comas algo
porque si el día ha sido largo
la noche lo será aún más”
Exquisitas primogénitas de Apolo
garganta abajo
exacerban mi sentido del gusto
y por si fuese poco
también recibo una especie especial de hongo
que mastico con pura conciencia.
Fiesta sobre las barcas iluminadas
fiesta sobre las fiestas
músicas que se entrecruzan
bailando una música total
en un bote una chica toca el violín
y un tipo canta ópera con voz tonante
un gaitero
secundado por unas damas medievales
con antorchas
y un juez con peluca blanca
nos impiden el paso a otro canal
debemos golpear una pelota con una maza de cricket
hacerla pasar por un tubo,
que caiga en un inodoro rojo
y luego en un minuto
pinchar 3 globos con un paraguas.
Jan está del otro lado
justo en el tiro 88.888.881
y cuando ya creo que
me voy a pasar la noche allí
la pelota emboca al inodoro
hago con los globos
lo que un gallo a 3 granos de maíz
pum pum pum
y por fin, entre hurras, paso
llegamos a unos canales que se han congelado
seres extravagantes, con sombreros
y bufandas rayadas
patinan sobre el agua sólida:
¡QUIERO PATINAR, LO NECESITO!
-No, Morgan, me dice el gigante
patinar sobre hielo no es nada fácil
y podrías romperte una pierna.
-¡Menefrega!
Necesito unos patines ¡Ya!
a gritos les ruego a los patinadores
que me presten los suyos
pasan riéndose, diciendo cosas que no entiendo
me siento el peor de los mendigos
desesperado
excluido de la maravilla
Jan me consuela
diciéndome que encontraremos patines de alquiler
y por ellos pagaré
toda mi fortuna, sin retacear un centavo
pero son pasadas las 2 de la mañana…
cuando vislumbro una palangana naranja
que junto a un sauce, apoyada aguarda
deslumbrante y misteriosa
el Hada Helada la ha depositado para mí
lo sé y se lo agradezco
Bajo al canal y le digo a Jan que me empuje
Zuuuuuuuuuuuuuummmmmmmmm
su fuerza celestial me lanza al más allá
Wwwwwwwww esto es fenomenal
todo pasa hacia atrás , todas luces y colores
suspensión y velocidad
gravedad cero
voy volando
llueven cerezas
inclinándome hacia uno u otro lado
puedo girar agarrando la palangana de los bordes
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiijaaajjjjjjjjjjjjjjjjyyyy
grito, salvaje, aborigen
un mapuche en la fiesta de la reina
¡God save the queen! ¡God save the queen!
Aúllo, estoy bien loco
God save the queen, me grita otro borracho
con aires de que la salvación de la reina
le tiene tan preocupado
como a mí los puntos de ebullición completa
de los pesados metales
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaajjjuuuuuuuuuuu
el culo a medio congelar, indiferente
dentro de la palangana naranja.
así , me deslizo dentro del Paraíso
:-Che, san Pedro, vení vamos a dar una vuelta,
avisále a Pablo.
LEO MORGAN
Publicado en la revista Nevando en la Guinea 34
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