Alcanzo en sueños la desdicha
y la escalera me separa.
El rumbo ha naufragado,
ha colmado mi alacena,
y bendita queda,
para entonces,
mi pena.
Acompaña y da la mano,
como hermano te lo pido.
Cuarenta y nueve escalones,
me separan del hastío,
así de la tierra
y del cielo,
al olvido.
Ya no hay ritual que compadezca
mis siete días de frío.
TANIA MATÍAS
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