Recuerdo los bellos momentos,
esos, cuándo nos amamos,
la primera vez que unimos las manos,
el soleado día de verano... en que nos conocimos.
¡Tocaste mi mano y me estremecí!
¡Toda yo me puse nerviosa,
tu mirada me derretía y me congelaba,
mi corazón fuerte, muy fuerte palpitaba!
Pasaron días, semanas y meses en que nos fuimos conociendo,
los dos, un amor algo intenso y hermoso descubriendo,
algo inaudito y bello nos estaba sucediendo,
sin sospecharlo, el sentimiento iba creciendo.
Yo me sentía la mujer más dichosa,
por ti, por fin; me sentía amada y deseada,
como una colorida y feliz mariposa aleteaba,
elogiada como una gardenia desprendía mi fragancia.
Tú, de mí todo halagabas, y satisfecho tomabas,
por mi mente nada malo cruzaba.
Noches enteras hasta la madrugada, era yo apasionadamente amada.
La dicha de ser amada y deseada me cegaba.
Aquí, frente al mar, me juraste amar.
Aquí, frente al mar, prometiste regresar.
Aquí, frente al mar, al amor y a ti conocí.
Aquí, frente al mar, sucumbí y te creí.
Aquí, frente al mar, espero algún día saber de ti.
¡Aquí, frente al mar, yo te perdí!
¡Aquí, frente al mar, me cansé de esperar!
¡Aquí, frente al mar, esperando... con las olas... fallecí!
Martha Sonia Reyes
No hay comentarios:
Publicar un comentario