Mi amor contigo siempre fue como castigo y costumbre
porque tu engendras la maravilla de ser mi luz y lumbre
en mi vida yerma y gris que tu primavera alegra y cubre.
Sentía un pálido sabor de impaciente presagio y profecía
como si mi alma esperara aquella hora vacía, sin alegría.
Y así un día, tu sombra me envolvió en su vuelo
en una hora negra de una mañana ingrata
y te fuiste en silencio dejándome demasiado solo
sin más recuerdo que tu ausencia, que me mata.
¿Por qué te fuiste? Recuerdo tu sonrisa de ángel exilado
olvidando el amor que te di, como flor en un libro olvidada.
Pero yo te amo, como el sol que besa la brisa de las mañanas
contra lo que pudo ser y lo que fuiste
contra mis ojos que se apagan tristes
cuando imaginan tu sombra silenciosa
sólo con la luz de tus ojos, bajo el horizonte de tus pestañas
y tu boca roja de tibio aliento, de pétalos de amapolas.
Y así me voy yendo de mis tiempos, casi como un rezo.
Se va mi vida ¡en tantas esperas! ente mis penas y versos
que sufre y desespera que algún día, llegue tu regreso
que lucha y sufre contra mi memoria y los recuerdos
sumido entre el humo invisible del amor perdido
de los vivos, muertos.
Manuel F. Romero Mazziotti -Argentina-
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