domingo, 14 de julio de 2019

EL CIEGO EN LA VENTANA, MONOTONÍAS


El ciego en la ventana reúne unas Monotonías compuesta por una serie de fragmentos que ciñe la gavilla variante y literaria de la propia e inmensa obra creativa del autor. Insistentes interrogaciones dan vida al proceso literario y creativo, en el que el propio autor se somete a sobre la creatividad y la fuerza de la palabra escrita, cuando se asume como un compromiso vital de la propia existencia. “Escribimos en el tiempo, aunque como quiere el poeta, escribamos en el agua”.  Son unas aguas revueltas del tiempo vivido  donde la nostalgia para el escritor es unos espejismos, inevitable como necesario combatirlo porque “recoge e idealiza el pasado que  muy probablemente no existió y que no obliga constantemente a darle forma”.

Partiendo de que “toda obra literaria un elemento biográfico, incluso cuando pretende ser testimonio fidedigno de una época, porque también el narrador objetivo se basa en experiencias vividas por él, aunque solo sea como espectador: el impacto que le ha provocado un hecho  determinado (una masacre, una huelga, una am) persona hambruna, etc.) se escribe desde la persona”.

El discurso  del ciego no se desarrolla en una narración, sino en  un alud de imágenes vividas, otras recordadas y otras fantaseadas, con escenas estremecedoras por la lucidez que ofrecen pareciendo hablar con la muerte. Todo dentro de una continuidad que los une por los propios antagonismos  y monotonías que lo componen: el valor de la escritura comprometida con el propio autor, una norma  y disputa consigo mismo. Una lucha interna y externa del propio narrador que se siente al final del tiempo vivido y que arremete contra esto por aquello de: “Los metafísicos inventan el vacío y lo llenan de lógica. ¿Qué llegó antes, la conciencia del amor o la de la muerte? Ambos tienen algo en común: su afán de eternidad.”

Francisco Vélez Nieto
Publicado en Confidencial Andaluz

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