“En este día, Tú, morirás por ellos”,
El Dios Padre, le dijo a su Hijo Santo.
Y en la noche un cometa hirió el cielo
como una flecha, de celestes destellos.
Y el padre contento, dijo a los hijos
“¡Ya hoy comienza la Semana Santa!”
¡Preparen la ropa, valijas y bolsones
que nos vamos todos de vacaciones!.
Y el Hijo Jesús, dijo a su Dios Padre,
“Padre Mío, dame las señales eternas”
“Hijo Mío, cantará el gallo tres veces,
venderán tu vida por treinta monedas.”
Y la madre muy contenta, le dijo a los hijos:
“Chicos, bronceador, anteojos y reposera
tampoco se olviden de linterna y los juegos
y llenen bien con hielo y frutas la heladera.”
Y la Madre Santa le dijo a su Santo Hijo:
“Por ellos, entregarás la vida, mi Amado,
que tu Dios, Tu Padre Celestial, ya Vivo
te enviará el tercer día pronto a Mi Lado”
Ya amaneciendo, cantó tres veces el gallo
ya se hizo el pago de las treinta monedas
allí, el beso mortal, señaló al Hijo Santo
ya atrapado en las manos de las bestias.
Y llegó la madrugada, y todos partieron
padre, madre, hijos, el canario y el perro
felices de la vida, y todos muy contentos
gozando de la alegría y buenos tiempos.
En aquellos mismos días, y ese momento
El Hijo de Dios con su corona de espinas
arrastraba herido, sangrante, hasta la cima
su pesada cruz, su calvario, a su tormento.
Y todos contentos, con el canario y el perro
llegaron dispuestos a las mini vacaciones
todos se olvidaron de Jesús y sus oraciones
comieron pan y el asado, el estómago lleno.
Y la cruz venció a Jesús en la quinta estación
Allí, Simón el Cirineo, tocado por La Gracia
ayudó a Cristo Jesús en su dolor y desgracia
y ello fue para él, el origen de su Conversión.
Jesús dijo “Padre, porque me has abandonado?”
Y Él dijo “yo te aseguro” hablándole a su Hijo
“Tú, Hijo, hoy estarás conmigo, en el Paraíso”
Y moría en el Gólgota, el monte del Calvario.
Y el Hijo de Dios, en la cruz fue hollado
clavado vivo y luego muerto y sacrificado
por nosotros, por los muertos, los que nacen
“¡Perdónalos Padre, no saben lo que hacen!”.
“Padre mío, ya todo está cumplido.”
“En tus manos encomiendo mi espíritu.”
Pidamos todos perdones a éste Jesús Santo
que salva con amor nuestras almas y penas
y a Él a quien con tanto fervor le rogamos
cuando nos hiere la congoja, y nos serena.
Pero salimos de vacaciones y lo olvidamos
Él igual nos bendice, sin pedir nada a cambio.
Y todo lo olvidamos, muy contentos
cuando a Él, ya no lo necesitamos.
Mi Dios de los Cielos, perdónanos
¡Te alabamos Señor! ¡Te Amamos!
Manuel F. Romero Mazziotti -Argentina-
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