¿Recuerdas a esa chica
que se vestía de seda?
Hoy, a los cuarenta
el rojo,... ¡ya no le queda!
Era tan presumida
¡mirada en primavera!
andaba pisando huevos,
¡sin saludar a cualquiera!
Con esos "blanquitos" andaba
dicen que por "pitucos"
se creía de otra clase
entre mil y otros trucos.
Un día me atreví
a bajarle las estrellas
y creyéndose tan bella,
ella,... ¡se burló de mí!
Ahora, tengo cincuenta
ella, cuarenta y ocho;
a mí, me siguen las chicas
a ella, ningún morocho.
Aunque se pinta los labios,
las mejillas bien rosadas,
lo digo sin agravios
¡la pobre, ya está arrugada!
Es más, los tiempos cambiaron,
les voy a ser muy sincero
ayer, pobre sin dinero
sus desplantes me humillaron.
Pero hoy que tengo carro
y billetera bien gorda
a cada instante me aborda
para entrar al despilfarro.
Entonces recuerdo el tiempo
en que le escribía misivas
y ella, con evasivas
ni siquiera me miraba.
Ahora quiere conmigo
no ve que está estrujada
que la vida le ha cobrado
muy caro sus jugadas.
Escribo esto por si acaso
hayan chicas como ella
que creyéndose estrellas
erigen su fracaso.
La belleza es pasajera
el amor, es sentimiento;
piensen, piensen un momento
que la hermosura, ... ¡no dura!
Juan Elmer Caicedo Niquén
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