Vuelvo a este ranchón de guano
donde Celestino un día
escribió una poesía
en las páginas del guano.
Aquí se hospedó el verano
meses en el caballete
y el sol igual que un jinete
con espuelas y polaina,
enfundó bajo la vaina
el filo de su machete.
Estos veranos ardientes
se visten de carnaval
bajo el esbelto ritual
de fuegos fosforescentes.
Pero serán relucientes
en noches más primorosas
si bailarinas hermosas
revoloteando sus manos
como jardines humanos
florecen en las carrozas.
YASEL GARCIA CORTEZ
Publicado en Bajo la luz del verano
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