Esta ciudad no se hunde
por el drenaje de sus aguas
ni zozobra bajo el peso de piedras
sangre y frutas de estación
Sino por el de plumas que danzan
pies, epicentro de la onda expansiva
que a nadie deja escapar
obsidiana que abre el pecho al silencio florido
de una promesa no cumplida.
El humo pesa, las plumas y los colores pesan
Por ejemplo, la Flor de Navidad es roja
y pesa como el tiempo
Regresa puntual cada año para la cena
a la hora en que hasta los juguetes
que nunca envejecen de rostro
pueden adornarse en papel de regalo
muñecas viejas sonrisa infantil
que aunque las entierren no mueren.
De noche las bocinas
y el zumbido de motores
son la rogativa por más lluvia
de estos vehículos que no avanzan
El mapa de turista sirve de abanico
En la esquina, un sacrificio humano
a exceso de velocidad.
Víctor Hugo Díaz -Chile-
Publicado en suplemento de Realidades y Ficciones 71
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