“… Cruje la madera, movimientos de balancín, la silueta en silencio espera, burbujeo de cafetera, el sol no quiere salir. El aroma llena la estancia, olor de café y cera ardiendo, que la vela hace de quinqué, tiemblo de luz, en un oscuro que va desapareciendo. Se mece a intervalos la figura, las estrellas se van fundiendo, gris que clarear augura, el mar su negro va perdiendo. Perlado es su reflejo, salpicado por mil espumas, y ese atisbo de luz que crece, entre agua y cielo en su comisura. Que para en su balancear la silueta, con el primer amarillo latente, con el bordar de hilos rosados, que en el infinito horizonte se tejen. Vacilar de nubes que huyen, al sentir al astro presente, ardiendo en rojos estridentes, que en naranjas su deshacer convierte. Poco a poco la sonrisa, en la cara se hace presente, los ojos en su entelar brillan, y el café en los labios, deja su tono candente. Las manos atienden el calor, de la porcelana pieza, imitación de oriente. Parece que el nocturno cielo, en la taza estuviera presente. Y en un instante de mar, mientras la ola en la arena perece. El cielo es explotar, de un nuevo día que crece. Se desparraman amarillos, que corretean entre mar y tierra, se pintan difuminados, naranjas, azules y magentas. La vela lanza su último respiro, al tiempo que el primer dorado a la mesita llega, con timidez la llama se apaga, con ese besar que el sol le entrega. Matinal ensoñador, de rayos que el mundo pintan, con su tocar de resplandor, alba de débil calor, que a las flores su tiritar quita. El ventanal ya es luz, de la estancia su penumbra quiebra, en el rostro es rubor, en los ojos, alegría escrita. Que nació el señor sol, para en cada brizna dar vida, a la tierra su calor y a la noche su despedida. Y entregar sin contrapartida, un tiempo que ayer fue mañana, de este hoy, que a empezar camina. Donde todo es comienzo, que con el corazón palpita, bajo el mirar que el alma incita, de esos sueños que son nuestra razón. Deja pues que tu sonrisa, sea expresar de conciencia, donar sin medida, de ese amor que dentro espera. De ese dar que salir quiere, para entregar su alegría, ser y estar sin medida, que el mundo, con tu vida llene…”
Emillio Juan Gilabert
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