Hoy como ayer y por siempre deseo,
despojarme de mi único argumento,
con la facilidad que el fornido abeto
deja atrás la nieve del crudo invierno.
Mas, la voz me susurra del espectro:
¿Puedes tu retraer el curso del tiempo,
elegir el sitio exacto en que el acero
detendrá la trayectoria en tu pecho?
Si esclavo eres del ritmo del aliento,
menor reino tendrás en el afecto.
sobre tu tortura en mi recae el fuero.
Desciende pues esa mirada al suelo,
torna a desliar la lira con los dedos.
tu destino es rasgarme un loor eterno.
Oromi Navi.
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