En Granada, se palpa la agonía,
como dolor de perro callejero,
de un hombre que perdió su ser guerrero,
pero nunca jamás su valentía.
Lloró el hombre. Lloró con gallardía.
Lloró en silencio, como un caballero
que luchó por Granada, su lucero,
talismán de su fe y de su valía.
Su amor por este edén incomparable-
mente bello le dio aliento a su vida
llagada hasta en su alma por traidores.
Un amor que será siempre insondable
para aquellos que traen de la brida
un tiempo todo paz y sin errores.
Carlos Benítez Villodres -Málaga-
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