Ama,
y con vehemencia sigue
hasta el eje del ciclo
de un sentimiento
que trastoca el universo.
Alcanza un poco más:
considera
que el sabio quehacer
es entrega y pasión
con lindas presencias.
Mueve
los sueños sugerentes
hasta la zona azulada
de la realidad compartida.
Ahí ama,
y, por favor, no pares.
Juan Tomás Frutos
Publicado en Acantilados de papel
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