(a las mujeres maltratadas)
Sucedió una fuga
de capricornios marrones:
luces de horcas
estallaron junto a laberintos
de promesas amañadas.
Una muñeca de trapo
fue herida
por navajas que aquilataban el odio
de los dioses rebeldes.
Nadie
levantó el vuelo
de los supermercados
nadie lloró
en los viaductos
donde se enjaulaba la sangre.
El tiempo permaneció impasible
tragándose las sonrisas de las caracolas
azules;
el estiércol repudió la luz
de los tumultos;
la noche se hizo ardiente ceguera
del día.
Un nuevo año arremetió contra la fe
de los espejos baldíos...
Luis Enrique Prieto
Publicado de en la revista Arena y cal 214
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