En la cúspide de mis sentires
se yerguen tus caricias, tus besos y tus amorales deseos…
Allí
donde el viento demarca su inconstancia
donde es una gloria el delirio.
Tu piel y mi piel se enlazan… se embriagan… se queman…
y los dioses se marchitan
y los reinos se desmoronan
y la vida adquiere empírico sentido
porque tu sexo me eleva
no existe alfabeto capaz de descifrar tal lenguaje
y por más que me empeñe
mis versos resultan tímidos
rayan la trivialidad
Y al contemplar en tu mirada
el desvarío regocijante
culminamos al unísono
con la majestuosidad del amor.
Juan Lopresti
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