domingo, 3 de enero de 2016

SOLUCIÓN DE CONTINUIDAD.


Tal vez parezca una perogrullada, pero he deducido que la madurez no es esa etapa de la vida en la que todo está descubierto, desarrollado, “bienpensado”, por el contrario, creo que es una de las épocas más intensas de búsqueda de la condición humana. Se queman etapas a un ritmo mucho más rápido que en la adolescencia o la juventud; la diferencia es que se ha aprendido paciencia y los cambios no son bruscos ni traumáticos, al menos tal y como yo lo entiendo.

Voy quemando fases de mi vida como quien quema calorías, orientándome hacia la búsqueda de la perfección, que no hacia la perfección misma: esta búsqueda me hará avanzar, la falta de ésta, sólo puede hacerme retroceder.

Conceptos antes cotidianos y aceptables como el verso libre, la expresión de mis sentimientos tal y como salen de mis sentidos y mi razón, de pronto, se han convertido en un armario vacío, un despropósito que sólamente me acarrearía desconcierto y retroceso; es por eso que busco, en la forma, la belleza que Dios le ha negado a mi propia persona; porque un bello argumento es mucho más aceptable en un bello envoltorio, en un estudiado y cuidado acercamiento a esa perfección que la edad madura procura.

Así pues, no he abandonado ÁNGULO OBSCURO, el grupo que hicimos juntos Vinia Navarro y yo, miro desde una prudente distancia, observo sus avances, sus tropiezos, su gente que viene y va, que aporta y la que, cuan rémora, interfiere en su avance. Mis pasos no, por ser otros, hacen que olvide mi devenir, mis conceptos personales, de calidad literaria, pero comienzo a observar la falta de dedicación de muchos autores, el concepto erróneo de que da igual cómo se digan las cosas, la imprevisibilidad del impacto que su obra pudiera causar en el lector.

Es por ello que estoy aquí, investigando a los clásicos a la par que nuevas formas de manifestar lo que viene de dentro, de las tripas, del corazón, de ese alma que nos llega de un lugar que, por regla general, desconocemos hasta que el velo comienza a descorrerse, a agrietarse y terminará por caer, como el del templo de Jerusalem.

Y aquí estoy, conociendo y conociéndome, madurando en esos pasos que mi propia inspiración me otorga, tratando de arrastrar a las gentes conmigo, sin ser crítico ni pedagógico, sólo siendo un poeta que quiere formar parte de este siglo XXI que nos observa, que nos dará la inmortalidad que este bello planeta nos llegue a otorgar.

Besos ó abrazos, según.

Julio G. del Río -Valencia-

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